Tribuna:

Unidad

Fui a casa de mis padres a devolver unos zapatos que me habían prestado y los encontré en el cuarto de estar alucinando con un videocorto de Felipe González. Percibí un olor raro, pero no dije nada; se estaba bien allí, con las piernas bajo las faldas de la mesa camilla, aunque daba un poco de miedo escuchar al presidente aquello de que estaba dispuesto a enfrentarse incluso con los que tenía cariño si eran un estorbo para la unidad europea. Este país siempre se ha dejado la piel de toro por alguna clase de unidad o de destino. Cuando mi padre dijo que quien bien te quiere te hará llorar para ...

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Fui a casa de mis padres a devolver unos zapatos que me habían prestado y los encontré en el cuarto de estar alucinando con un videocorto de Felipe González. Percibí un olor raro, pero no dije nada; se estaba bien allí, con las piernas bajo las faldas de la mesa camilla, aunque daba un poco de miedo escuchar al presidente aquello de que estaba dispuesto a enfrentarse incluso con los que tenía cariño si eran un estorbo para la unidad europea. Este país siempre se ha dejado la piel de toro por alguna clase de unidad o de destino. Cuando mi padre dijo que quien bien te quiere te hará llorar para apoyar a González, yo comenté que se había formado una hermandad de caídos por España y por Maastricht; entonces vi que movían adversativamente la cabeza en dirección al presidente, como diciendo "lo vais a matar a disgustos".Al poco, mi padre fue a la cocina y volvió con una bandeja de pasteles que colocó de manera que yo no alcanzara. Me dolió, aunque no me gustan los dulces, pero me sorprendió sobre todo la glotonería y la avaricia con la que comían ellos. Comprendí de súbito que el olor que había detectado al entrar era el de un canuto, y me fastidió que fueran tan felices con González y con el hachís, las dos cosas por las que me expulsaron de casa en el 82. Les pregunté que por qué fumaban esas porquerías en el momento justo en el que el presidente decía que estaban allí porque les daba la gana. Mis padres se rieron como si González hubiera respondido por ellos. "Además, peor droga has sido tú y hemos sobrevivido, inadaptado, que eres un inadaptado", añadió mi madre. Me quité los zapatos que había ido a devolver y me levanté. Ya en la puerta, mi padre me dio unas zapatillas de cuadros para que no anduviera descalzo, pero me dijo que no se las devolviera, como con miedo a verme otra vez por su casa.

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