Editorial:

Shamir, el voto y la televisión

UN PROGRAMA de televisión se ha convertido en el primer triunfo de Isaac Shamir en la recién iniciada campaña electoral isarelí. Sólo cabe señalar que le asiste la ventaja, como jefe de Gobierno, de controlar todos los mecanismos del poder. Con todo, es una victoria clave: el líder del Likud acaba de reducir considerablemente las posibilidades de que las denuncias sobre la corrupción oficial y las violaciones de los derechos humanos, en Israel, intensifiquen el debate con vistas a las elecciones generales del 23 de junio. Con 16 votos a favor y 16 en contra, la dirección de la televisión estat...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

UN PROGRAMA de televisión se ha convertido en el primer triunfo de Isaac Shamir en la recién iniciada campaña electoral isarelí. Sólo cabe señalar que le asiste la ventaja, como jefe de Gobierno, de controlar todos los mecanismos del poder. Con todo, es una victoria clave: el líder del Likud acaba de reducir considerablemente las posibilidades de que las denuncias sobre la corrupción oficial y las violaciones de los derechos humanos, en Israel, intensifiquen el debate con vistas a las elecciones generales del 23 de junio. Con 16 votos a favor y 16 en contra, la dirección de la televisión estatal decidió el lunes trasladar la difusión del programa Revista semanal de los viernes por la noche, día y hora de máxima audiencia, a los jueves o sábados.Esa alteración en la programación reduce automáticamente a la mitad una audiencia de 1,7 millones de israelíes, a los que el programa venía ofreciendo, por ejemplo, imágenes del dramático contraste entre lo que dice el Ministerio de la Vivienda y lo que hace en realidad, o el testimonio de un militante del partido en el poder, el Likud, que acusa al Ejército de matar palestinos a sangre fría. En suma, el programa ha sido víctima del equilibrio informativo y del afán de Shamir por impedir que la distorsión torpedee la campaña de su partido en momentos en que algunas encuestas dan cierta ventaja a la oferta de los laboristas de Isaac Rabin.

Es prematuro juzgar las posibilidades reales de la más sólida opción laborista de los últimos 15 años, como también lo es el confiar en la capacidad defensiva de un Likud con menos amigos en Washington que nunca. La campaña de Shamir ha comenzado entre la intransigencia como escudo y la nostalgia como anzuelo. Lo importante es capturar el voto de israelíes contentos con un Likud incapaz de hacer concesiones a los árabes, pero vulnerable al argumento de que esa intransigencia está resultando demasiado costosa. El deterioro de las relaciones con Washington ha paralizado las garantías de crédito por 10.000 millones de dólares que Israel necesita para absorber la inmigración de judíos de la extinta Unión Soviética.

En la última ronda de negociaciones entre árabes e israelíes en Washington, el Gobierno de Shamir planteó la idea de elecciones municipales en los territorios ocupados. Los palestinos dieron en el clavo al afirmar que la súbita flexibilidad de sus interlocutores está dirigida al electorado israelí. Es Rabin, al fin y al cabo, quien se ha convertido en el abanderado de la teoría de que no hay más remedio que aceptar que la paz demanda concesiones y que Israel, bajo el Likud, se arriesga a perder una oportunidad histórica. Con todo, fuentes oficiales de Tel-Aviv ayer advirtieron de la posibilidad de boicotear dos de las comisiones de la próxima ronda de negociaciones, alegando el que se había invitado a palestinos del exilio, en contra de lo acordado en Madrid.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El Likud, previsiblemente, no va a escatimar es fuerzos en su empeño por demostrar que el talante laborista equivale a aceptar lo inaceptable: un Esta do palestino independiente. Con premisas demográficas discutibles, Shamir inauguró su campaña electoral pidiendo paciencia. "Unos años más de Gobierno del Likud y ya no se hablará de la posibilidad de un Estado independiente. Será algo totalmente irreal", dijo. Su interpretación de la paz con los árabes está bien ilustrada en los anuncios televisivos del Likud. En uno de ellos, Shamir aparece en la Conferencia de Madrid. Otro muestra a Menájem Begin firmando la paz con Egipto. Pero 13 años después de Camp David, el Likud puede mostrar más imágenes sobre su acercamiento a China, África e India que con sus vecinos árabes y los palestinos bajo su ocupación.

Archivado En