Editorial:

Más muertos

UNA DE las contradicciones más irritantes que surgen con constancia en la vida cotidiana es aquella en la que el automovilista, encerrado en su vehículo e inmerso en un atasco de 10 kilómetros de longitud, cuando menos, pone la radio y escucha la información facilitada por la Dirección General de Tráfico (DGT) sobre la Operación Retorno. Con más frecuencia de la que dicta la sensatez, escucha que los atascos se producen en numerosas carreteras, salvo en la suya, que, inexplicablemente, no encuentra eco informativo. Da lo mismo que esté en la carretera de Burgos o en las proximidades de Aranjue...

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UNA DE las contradicciones más irritantes que surgen con constancia en la vida cotidiana es aquella en la que el automovilista, encerrado en su vehículo e inmerso en un atasco de 10 kilómetros de longitud, cuando menos, pone la radio y escucha la información facilitada por la Dirección General de Tráfico (DGT) sobre la Operación Retorno. Con más frecuencia de la que dicta la sensatez, escucha que los atascos se producen en numerosas carreteras, salvo en la suya, que, inexplicablemente, no encuentra eco informativo. Da lo mismo que esté en la carretera de Burgos o en las proximidades de Aranjuez, la DGT informa, sobre todo, de las otras. No es que estén ocultando información, más bien parece que simplemente no la tienen a tiempo.La Semana Santa de 1992 ha supuesto un aumento del número de muertos en los accidentes de tráfico con respecto a los del año anterior. Es decir, algo falla. La Ley de Seguridad Vial está en vigor. Se han incoado casi 200.000 expedientes con probable retirada de carnés de conducir por imprudencias o faltas graves. El número de kilómetros de autovías aumenta y, sin embargo, los accidentes mortales son cada año más numerosos. Tráfico achaca el hecho al aumento de vehículos en circulación que provoca el buen tiempo. Las estadísticas -tan frías, tan incompletas- no explican dónde se producen. Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid, la mitad de los accidentes mortales se han producido en carreteras comarcales, de segundo orden. Es decir, la batalla de la seguridad no se gana sólo con nuevas autovías, hay que remozar también la red secundaria.

Una red viaria claramente insuficiente, un parque automovilístico que aumenta anualmente y una información sobre el tráfico totalmente desconcertante pueden volver a añadir luz sobre uno de los problemas más desalentadoramente constantes a los que se ven sometidos los ciudadanos de este país.

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