Lejos de la escena del sofá

José María Aznar acudió ayer a La Moncloa, después de un año de incomunicación absoluta con el presidente del Gobierno, cargado de desconfianzas fruto de su propia experiencia y de otras que le vienen del pasado. Aznar persigue, desde que llegó al cargo, alejarse del estilo dé su antecesor y mentor, Manuel Fraga.

Alguien ha tenido que decir a Aznar con insistencia que los socialistas y, sobre todo, el presidente del Gobierno, Felipe González, "engañaron" con frecuencia al entonces líder de la oposición. "Nosotros no somos Fraga", han repetido en multitud de ocasiones los miembros del eq...

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José María Aznar acudió ayer a La Moncloa, después de un año de incomunicación absoluta con el presidente del Gobierno, cargado de desconfianzas fruto de su propia experiencia y de otras que le vienen del pasado. Aznar persigue, desde que llegó al cargo, alejarse del estilo dé su antecesor y mentor, Manuel Fraga.

Alguien ha tenido que decir a Aznar con insistencia que los socialistas y, sobre todo, el presidente del Gobierno, Felipe González, "engañaron" con frecuencia al entonces líder de la oposición. "Nosotros no somos Fraga", han repetido en multitud de ocasiones los miembros del equipo de José María Aznar.

Quizá por eso una de las primeras observaciones que hicieron en la tarde de ayer los colaboradores de Aznar, tras la entrevista en La Moncloa, fue la siguiente: "No ha habido escena de sofá". Esa denominación fue dada a las reuniones que propiciaba el ex presidente del Congreso, Gregorio Peces Barba, entré González y Manuel Fraga y que gráficamente se plasmaban en una fotografía de los tres citados sentados en un sofá del despacho de Peces Barba en la Cámara Baja. En esas conversaciones se "normalizaron" conflictos institucionales aun que no fue posible el acuerdo sobre el referéndum de la OTAN a cuya realización Fraga se oponía y provocó su campaña del no.

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El nuevo líder del PP, para desterrar dudas respecto a su distanciamiento de González y dejar claro que no hay lugar para el compadreo, cuidó hasta los aspectos formales. Así rehusó la oferta del Portavoz del Gobierno de utilizar cualquier dependencia de La Moncloa para encontrarse con los medios de comunicación. Aznar descendió del coche para dirigirse a los informadores que aguardaban junto a la carretera después de que los responsables de seguridad forcejearan con su portavoz oficial respecto a qué trozo de césped podría ocuparse.

En fuentes gubernamentales se consideró excesivo tanto "purismo" y recordaron que los líderes sindicales utilizan La Moncloa para hacer declaraciones críticas contra el Gobierno.

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