Reportaje:

El hombre de la cazadora de cuero

Nicanor Briceño, el hombre de la cazadora de cuero que abre en la foto el turno de palabras, votó siempre a Izquierda Unida. Ahora dice que le han decepcionado al oponerse a las reivindicaciones de los vecinos de Villaverde y desconfía de la clase política. El barrio también ha pegado un volantazo electoral; en este caso, a la derecha.En las elecciones municipales de 1987, un total de 50.000 personas votaron al PSOE; 9.000, al PP, y 7.000, a IU. El año pasado, sin embargo, sólo fueron 30.000 las que apoyaron al PSOE; 8.000, a IU, y 14.000, al PP. Los de derechas han multiplicado por dos su núm...

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Nicanor Briceño, el hombre de la cazadora de cuero que abre en la foto el turno de palabras, votó siempre a Izquierda Unida. Ahora dice que le han decepcionado al oponerse a las reivindicaciones de los vecinos de Villaverde y desconfía de la clase política. El barrio también ha pegado un volantazo electoral; en este caso, a la derecha.En las elecciones municipales de 1987, un total de 50.000 personas votaron al PSOE; 9.000, al PP, y 7.000, a IU. El año pasado, sin embargo, sólo fueron 30.000 las que apoyaron al PSOE; 8.000, a IU, y 14.000, al PP. Los de derechas han multiplicado por dos su número de votantes.

La calidad de vida, sin embargo, no ha aumentado gran cosa. La primera fase de un estudio que realiza en la actualidad el Gobierno regional califica el barrio de Villaverde de basurero industrial. El propio Gobierno afirma en su informe que la depuración incompleta de las instalaciones de la China ofrece muy "fuertes olores" en la zona. Pero el aluvión de empresas industriales que llegó al barrio en los sesenta no incrementó la mano de obra. Cuando se hizo el censo de 1986, en el barrio había una tasa de paro del 25,6%, lo que significa que estaba cinco puntos por encima de la media de la ciudad. La cantidad de hombres que hay a cualquier hora en los bares del barrio no parece indicar que el empleo haya aumentado mucho.

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En cuanto a educación, el número de plazas disponibles no parece bajo. Hay dos colegios públicos -uno en régimen de cooperativa-, aunque numerosas familias envían a sus hijos a los centros privados de Madrid.

En Villaverde Bajo no hay un solo cine ni, por supuesto, teatro, pero a cambio hay bares por casi todas las esquinas. El barrio parece un pueblo. Pocas casas superan los cuatro pisos. Huele a pan nuevo por las mañanas y a ropa secándose por la noche en los balcones. Pero el viento recuerda frecuentemente que el Manzanares y sus depuradoras están demasiado cerca.

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