El precio de la noticia

La crisis económica y el favoritismo político amenazan la libertad de prensa en la ex URSS

La perestroika murió con el golpe de Estado de agosto. Su gran heroína, la libertad de prensa, puede morir con la economía de mercado. Ésta es la triste realidad que viven hoy los medios de información de Rusia, acosados por la subida de precios de todas las materias primas y las tarifas de distribución. El Gobierno no se apresura a salvar el pluralismo, pero sí, naturalmente, a los diarios más fieles, añorando, al parecer, los viejos buenos tiempos de la URSS.

El que era el diario de mayor circulación en la ex URSS y en el mundo, Komsomólskaya Pravda, ha tenido que cerrar tempor...

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La perestroika murió con el golpe de Estado de agosto. Su gran heroína, la libertad de prensa, puede morir con la economía de mercado. Ésta es la triste realidad que viven hoy los medios de información de Rusia, acosados por la subida de precios de todas las materias primas y las tarifas de distribución. El Gobierno no se apresura a salvar el pluralismo, pero sí, naturalmente, a los diarios más fieles, añorando, al parecer, los viejos buenos tiempos de la URSS.

El que era el diario de mayor circulación en la ex URSS y en el mundo, Komsomólskaya Pravda, ha tenido que cerrar temporalmente sólo en dos oportunidades: durante el golpe de Estado del pasado agosto, por orden de los candidatos a dictador, y exactamente seis meses después, el 20 de febrero pasado.La razón en ambos casos ha sido, sin embargo, la misma, como aquel día escribía el diario en su editorial: "Las reglas de juego han cambiado nuevamente". Sólo que hoy, a diferencia de agosto, las que han cambiado son, ante todo, las reglas económicas, y Pravda está, como muchos otros periódicos, en franca bancarrota.

La economía de mercado ha traído un alza en todos los frentes, alza que los diarios no podían prever cuando determinaron el precio de suscripción. Y hay que tener en cuenta que en la Comunidad de Estados Independientes (CEI), a diferencia de lo que ocurre en otros países, la abrumadora mayoría de los ejemplares se distribuye por suscripción y no en los quioscos. Por ejemplo, los editores calcularon los precios pensando en que la tonelada de papel costaría 1.500 rublos, pero, ya en febrero, por una tonelada de papel había que pagar 6.000 rublos.

Suscripciones

El dinero obtenido por las suscripciones, que, según los cálculos de Komsomólskaya Pravda, sería suficiente para financiar el diario hasta mediados de este mes, ya se había esfumado a mediados de febrero. No sólo encareció el papel, la tinta y demás materias primas. El Ministerio de Comunicaciones, que en la CEI se encarga de distribuir los periódicos, subió las tarifas en más del 500%. Como resultado, sólo la distribución salía 1,5 veces más cara que el precio a que se vendía el periódico.La situación era tan crítica que el presidente de Rusia, Borís Yeltsin, tuvo que promulgar un decreto en febrero por el que ordenaba a las fábricas de papel, que son todas estatales, que vendieran su producción al Gobierno a precios fijos. Este documento calmó los ánimos por un tiempo, pero de hecho no se ha cumplido.

Los periódicos han tenido que subir sus precios, pero ni siquiera eso es garantía de salvación. Pravda subió el precio por ejemplar de 0,10 rublos a 1,50 en febrero, pero no se salvó de la bancarrota: primero, empezó a salir tres veces a la semana, hasta que, por último, tuvo que cerrar. El resto vive de prestado, y los lectores tendrán que pagar ahora un precio adicional mucho mayor que el que ya acordaron cuando se suscribieron si desean que el periódico les siga llegando a casa.

Verdad es que hay algunos privilegiados que se pueden salvar de la bancarrota que inevitablemente espera a la mayoría de los periódicos de distribución nacional: son los progubernamentales. Rossískaya Gazeta, por ejemplo, ha obtenido un subsidio de 300 millones de rublos.

Publicar 'lo correcto'

Aunque la censura oficial ya no existe, el Gobierno, de hecho, aún tiene un gran control sobre la prensa, y publicar lo correcto para obtener dinero es algo que aún se acostumbra a hacer en la antigua URSS. "Pueden privarnos de dinero si publicamos artículos críticos", confesaba la subdirectora de Komsomólskaya Pravda, Yavdiga Yuférova. "Una prensa que materialmente depende de las autoridades es algo que nosotros conocemos muy bien", dice por su parte el comentarista VIadímir Sómov, del periódico capitalino Kuranti.Los que deseen mantener su independencia deberán buscar métodos de mercado para sobrevivir, es decir, deberán ahorrar. Y eso supone un gran cambio estructural de los principales periódicos. La mayoría de ellos, aunque se edita en Moscú, tiene a sus principales compradores en otras ciudades. Una de las soluciones, entonces, es renunciar a ser diarios de distribución nacional y cerrar sus oficinas en la mayoría de las ciudades de la CEI. Esto, sin embargo, plantea otro problema: la desaparición del "espacio informativo único" que todavía existe en lo que antes era la URSS. Y si este espacio desaparece, los rusos que viven en las otras repúblicas de la CEI se verán cada vez más desamparados culturalmente.

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