Cartas al director

El padre Llanos y las canonizaciones

El señor Miret Magdalena, en su artículo titulado La teología del padre Llanos (EL PAÍS, 7 de marzo de 1992), dice que el fundador del cristianismo no necesita de nuevas canonizaciones para comprenderle mejor, "como Llanos no quiso para sus hermanos asesinados en la guerra civil".Comprendo la cautela con que los distintos hagiógrafos del padre Llanos presentan su vida, pero la afirmación del señor Miret Magdalena no se ajusta a la verdad. En la revista Signo (octubre de 1948) y en un artículo titulado "¿Todavía no?", el padre Llanos escribe: "Es, pues, de desear que un día los fi...

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El señor Miret Magdalena, en su artículo titulado La teología del padre Llanos (EL PAÍS, 7 de marzo de 1992), dice que el fundador del cristianismo no necesita de nuevas canonizaciones para comprenderle mejor, "como Llanos no quiso para sus hermanos asesinados en la guerra civil".Comprendo la cautela con que los distintos hagiógrafos del padre Llanos presentan su vida, pero la afirmación del señor Miret Magdalena no se ajusta a la verdad. En la revista Signo (octubre de 1948) y en un artículo titulado "¿Todavía no?", el padre Llanos escribe: "Es, pues, de desear que un día los fieles católicos den culto a los mártires de España. Más aún: no es sólo un deseo, se trata de un deber (...) y no hay otra auténtica prueba de nuestra gratitud de cristianos para con ellos que vivir el empeño de glorificar sus nombres. Por eso me atrevo a calificar de vergonzoso este tácito olvido (...) respecto al grave deber de hacer todo lo posible por llevar nuestros hermanos al altar".

Creo que para admirarle o respetarle es suficiente saber que cuando hace 35 años fue a vivir al Pozo y cambió su circunstancia, supo derrotar al monstruo de la justicia vindicativa, abandonar el resentimiento, romper el círculo de odio que a los de un bando y otro dejó como secuela la guerra civil. Su época azul resalta su error anticristiano de anticiparse a separar las ovejas de los cabritos. No reconocerla sería negar la prudente afirmación de que "los santos estaban llenos de defectos".-

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