Tribuna:

Casi un delito

En los tiempos que corren la liquidez en las bolsas es casi un delito. En un libelo de antieconomía financiera, Galbraith escribió recientemente que el drama del inversor en los mercados es que éstos son cajas de resonancia con suma cero. Es decir, para que uno pueda vender otro tiene que comprar, y viceversa. De este modo, acudir a las acciones para obtener altas rentabilidades sin conocer el futuro es una pura temeridad. El conocido profesor olvidaba -conscientemente claro- el detalle de las ampliaciones. De la misma forma que en el mercado nunca hay la misma cantidad de dinero porque la dec...

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En los tiempos que corren la liquidez en las bolsas es casi un delito. En un libelo de antieconomía financiera, Galbraith escribió recientemente que el drama del inversor en los mercados es que éstos son cajas de resonancia con suma cero. Es decir, para que uno pueda vender otro tiene que comprar, y viceversa. De este modo, acudir a las acciones para obtener altas rentabilidades sin conocer el futuro es una pura temeridad. El conocido profesor olvidaba -conscientemente claro- el detalle de las ampliaciones. De la misma forma que en el mercado nunca hay la misma cantidad de dinero porque la decisión de invertir es política, y se toma desde fuera a partir de factores tanto exógenos como endógenos, tampoco existe la misma cantidad de papel. Las emisiones de todo tipo, desde los convertibles a las simples ampliaciones de capital ordinarias, varían constantemente la proporción relativa en la que oferta y demanda entrelazan periódicamente sus intereses.La inversión interior inició ayer mismo un largo fin de semana. El espíritu de mayor riesgo nacido horas antes en Nueva York -reforzamiento del Dow Jones- no alcanzó los mercados de la Europa meridional.

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