Cazadores

El pasado 1 de febrero asistí a un acontecimiento que me dejó totalmente perpleja. Sucedió en la carretera que une los pueblos de Alocén y Sacedón, de la provincia de Guadalajara. Dando un paseo en coche por dicha carretera me sorprendió ver a ambos lados de ésta a hombres vestidos de verde caqui o de camuflaje y llevando en su mano fusiles. Maniobras del Ejército mal señalizadas, por cuanto que la carretera no estaba cortada ni había ningún aviso, dirá alguno. Pues no. Se trataba de una montería que había tomado, dada las indudables ventajas que ofrecía (nada más bajarse del coche ya estaba u...

El pasado 1 de febrero asistí a un acontecimiento que me dejó totalmente perpleja. Sucedió en la carretera que une los pueblos de Alocén y Sacedón, de la provincia de Guadalajara. Dando un paseo en coche por dicha carretera me sorprendió ver a ambos lados de ésta a hombres vestidos de verde caqui o de camuflaje y llevando en su mano fusiles. Maniobras del Ejército mal señalizadas, por cuanto que la carretera no estaba cortada ni había ningún aviso, dirá alguno. Pues no. Se trataba de una montería que había tomado, dada las indudables ventajas que ofrecía (nada más bajarse del coche ya estaba uno en su puesto de tiro y no había que efectuar desbroce alguno, etcétera), como línea de tiro la propia carretera. Algunos cazadores pensaban que la mano haría bajar al jabalí y miraban monte arriba; otros pensaban que sería al contrario y miraban monte abajo. Ajenos a tejemanejes de tiros, perros o jabalíes que pudieran cruzar por su camino, circulaban por la carretera, como normalmente, motoristas y turismos con la familia al completo. Y se me ocurrió pensar: "Habría que avisar a la autoridad competente para que pare la cacería, se puede organizar un accidente y, como mínimo, los rifles tiene que estar a 200 metros de la carretera". Y como a veces se aparece el hada madrina, ésta tomó forma de un cuatrolatas de la Guardia Civil. Por fin algo se hará. Pero no. Se dieron un paseo, y con las mismas desaparecieron.- .