Arte en el cuerpo

La galería Moriarty exhibe dibujos que el público puede tatuarse allí

El mundo de los tatuajes ha pasado de ser casi un reducto carcelario y medio de expresión de individuos de aspecto patibulario a exhibirse en una galería de arte. La madrileña sala Moriarty expone, desde el pasado 14 de febrero y hasta el 10 de marzo, una serie de dibujos realizados por el pintor Javier de Juan para ser tatuados. Los sábados, el experto tatuador Mao Enrique marca para siempre la piel de los que desean lucir una obra de arte en su cuerpo.Santi, de 21 años, camarero del Ambigú, eligió el as de oros como símbolo de la suerte para llevarlo en su hombro. "No lo hago por moda", dice...

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El mundo de los tatuajes ha pasado de ser casi un reducto carcelario y medio de expresión de individuos de aspecto patibulario a exhibirse en una galería de arte. La madrileña sala Moriarty expone, desde el pasado 14 de febrero y hasta el 10 de marzo, una serie de dibujos realizados por el pintor Javier de Juan para ser tatuados. Los sábados, el experto tatuador Mao Enrique marca para siempre la piel de los que desean lucir una obra de arte en su cuerpo.Santi, de 21 años, camarero del Ambigú, eligió el as de oros como símbolo de la suerte para llevarlo en su hombro. "No lo hago por moda", dice. "Sé que ahora se llevan tanto que hasta los ejecutivos esconden tras su corbata y su traje de diseño un tatuaje. Llevar grabado en mi sombro un dibujo de Javier de Juan me hace sentir como si yo mismo fuera una obra de arte".

Este joven camarero fue de los primeros en atreverse a tatuarse ante el público que visita una galería de arte. Santiago miró bien todos los dibujos de la colección antes de decidirse por uno. No ignoraba que esta decisión le acompañaría el resto de su vida. Pese a que reconoce que es un poco doloroso, Santiago está dispuesto a seguir grabando su cuerpo hasta conseguir que le expongan en Arco 93.

Toreros, camareras, chicas desnudas, lagartos y puñales son algunos de los temas elegidos por Javier de Juan. Para este pintor madrileño, de 33 años, un tatuaje requiere un rito: "Sin ritos, nuestros actos no tienen un principio y un fin determinado. Nuestros nacimientos, bodas, asesinatos, mayorías de edad, amistades y amores están desmitificados", o, dicho de otro modo, "que desposeídos de ceremonias llenas de detalles, símbolos y de intenciones más o menos ocultas, la vida nos atropella en su linealidad". "Es necesario un cambio real. Y cada rito al que nos sometemos nos cambia y nos viste de una nueva dignidad".

El propio pintor lleva un dibujo suyo en el brazo. Él está presente en las sesiones de tatuaje y se ocupa de dibujar a tamaño reducido la obra que posteriormente Mao tatuará. El tatuador conoce los secretos de las agujas desde hace mucho tiempo. Antes vivía en Cartagena y se dedicaba a tatuar a los marineros que pasaban por la ciudad. Ahora tiene su propia tienda en Madrid y trabaja para todo tipo de público.

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