CATÁSTROFE EN SEVILLA

Los sevillanos deploran la mala imagen que sufre la ciudad a causa de los frecuentes incidentes en la Expo

"Primero se hunde la nao Victoria, hoy se quema el pabellón insignia; si mañana se hunde la Expo en el Guadalquivir, no seré yo quien me asombre". Eduardo, vigilante de la muestra, rebosa escepticismo. Detrás de él todavía humea el armazón de aluminio y el cristal del Pabellón de los Descubrimientos. Cientos de sevillanos se acercaron ayer a la orilla de La Cartuja para ver en vivo "otro desastre universal". "Cuatro años aguantando obras y atascos para que se abrase todo, y para más inri, televisado en directo a todo el mundo", se lamentaban unos. Otros, con el pabellón de cuerpo presente, pat...

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"Primero se hunde la nao Victoria, hoy se quema el pabellón insignia; si mañana se hunde la Expo en el Guadalquivir, no seré yo quien me asombre". Eduardo, vigilante de la muestra, rebosa escepticismo. Detrás de él todavía humea el armazón de aluminio y el cristal del Pabellón de los Descubrimientos. Cientos de sevillanos se acercaron ayer a la orilla de La Cartuja para ver en vivo "otro desastre universal". "Cuatro años aguantando obras y atascos para que se abrase todo, y para más inri, televisado en directo a todo el mundo", se lamentaban unos. Otros, con el pabellón de cuerpo presente, patentaban el penúltimo chiste del 92."El fuego es uno de los más grandes inventos del hombre y, una cosa tan principal, no podía quedarse sin entrar en el Pabellón de los Descubrimientos, aunque fuera a última hora". -El chascarrillo recorrió ayer las orillas de La Cartuja a la misma velocidad con que el humo, negro de plástico y polivinilo, se expandía cielo arriba y coronaba la isla como un hongo nuclear.

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Desde el inicio de las obras de la Expo, cinco incendios -en los pabellones de Italia, Aragón, Futuro, Descubrimientos y el puente del Alamillo- y un hundimiento -el de la nao Victoria en aguas de Isla Cristina a los pocos minutos de su botadura- han sorprendido, enfadado y escamado sucesivamente a los sevillanos.

"Esto no es normal" era el comentario más extendido ayer entre las numerosas personas que, entre indignadas y resignadas, contemplaban la chamusquina del pabellón, arruinado antes de estrenarse. "Esto sólo ocurre aquí. ¿Cómo se puede soldar algo cerca de material inflamable sin un bombero detrás del soldador?", se preguntaba retóricamente un empleado, ante las miradas de circunstancias de la concurrencia.

Mientras, en el otro extremo del corro, bajo la azotea del colegio de las Mercedarias -¡Qué lástima de edificio!, se lamentaban las religiosas- el alcalde, Alejandro Rojas Marcos, discrepaba. "Hay que sacar algo positivo de esta gran desgracia: el 'servicio de bomberos ha funcionado con una eficacia impresionante", dijo.

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