Editorial:

Apertura coreana

EL TRATADO de Reconciliación, No Agresión, Intercambios y Cooperación firmado el día 13 por los jefes de Gobierno de las dos Coreas ha sido presentado como la demostración de que los nuevos aires que recorren el mundo han llegado a ese bastión de la guerra fría. Corea se halla dividida no ya por una frontera, sino por un verdadero frente militar. Un millón y medio de soldados están movilizados en los dos lados de ese frente, incluyendo, en el Sur, unidades norteamericanas. En virtud del acuerdo se reanudan las comunicaciones de todo tipo y se establecen mecanismos de cooperación económica y co...

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EL TRATADO de Reconciliación, No Agresión, Intercambios y Cooperación firmado el día 13 por los jefes de Gobierno de las dos Coreas ha sido presentado como la demostración de que los nuevos aires que recorren el mundo han llegado a ese bastión de la guerra fría. Corea se halla dividida no ya por una frontera, sino por un verdadero frente militar. Un millón y medio de soldados están movilizados en los dos lados de ese frente, incluyendo, en el Sur, unidades norteamericanas. En virtud del acuerdo se reanudan las comunicaciones de todo tipo y se establecen mecanismos de cooperación económica y comercial, e incluso un intercambio de información y de órganos de prensa. Después de 15 meses de encuentros infructuosos, existen hoy razones poderosas, por ambos lados, para impulsar la reconciliación. En el Norte, el régimen comunista, carente de la ayuda que en otras épocas recibía de la URSS, pasa por momentos angustiosos. Necesita comerciar con Corea del Sur, con Japón y con los países occidentales. En el Sur, el presidente Roh Tae Woo está interesado, por razones de política interior, en presentar a su pueblo un balance positivo en la política de acercamiento con el Norte, sobre todo en vísperas de un año electoral en el que su gestión será objeto de serias críticas. Su ambición es aparecer como el artífice de la reunificación. Después del acuerdo firmado por su primer ministro, quiere preparar una cumbre de los dos jefes de Estado.

Para que todo ello se materialice persiste, sin embargo, un obstáculo: la negativa del dictador Kim Il Sung a que sus plantas nucleares sean inspeccionadas por el personal de la Agencia de la Energía Atómica de Viena. Diversas fuentes occidentales han denunciado que Corea del Norte está preparando una bomba nuclear que podría ser operativa dentro de uno o dos años. El Gobierno norcoreano, que ha firmado el Tratado de No Proliferación, está obligado a someterse a las inspecciones de la Agencia de Viena, como hacen los otros firmantes. Pero Kim Il Sung se ha negado sistemáticamente, lo que lógicamente aumenta la suspicacia internacional.

En todo caso, los dos Gobiernos han decidido celebrar a finales de este mes una reunión especial sobre esa cuestión, y existen condiciones para que un arreglo sobre la base de inspecciones mutuas no sea imposible. De ello depende que el acuerdo del día 13 anuncie el definitivo fin de la guerra fría en la región.

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