Cartas al director

Frágil memoria

Aunque hace tiempo que me lo venía temiendo, nunca pensé que llegara a sentirlo.Nunca pensé que llegara a sentirme tan ajeno a un sector cada vez más amplio, al parecer, de la gente de este país, al que pertenezco por derecho de sangre, hasta que lo vi en las noticias de la primera cadena de Televisión Española la noche del lunes 25 de noviembre.

Pasa a la página siguiente

Viene de la página anterior

Cuando ese individuo apagó las luces de su bar para no tener que servir su consumición al grupo de marroquíes que acababan de entrar, se me revolvió la sangre de...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Aunque hace tiempo que me lo venía temiendo, nunca pensé que llegara a sentirlo.Nunca pensé que llegara a sentirme tan ajeno a un sector cada vez más amplio, al parecer, de la gente de este país, al que pertenezco por derecho de sangre, hasta que lo vi en las noticias de la primera cadena de Televisión Española la noche del lunes 25 de noviembre.

Pasa a la página siguiente

Viene de la página anterior

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Cuando ese individuo apagó las luces de su bar para no tener que servir su consumición al grupo de marroquíes que acababan de entrar, se me revolvió la sangre de asco y rabia. No contento con eso, el susodicho se atrevió a pontificar su desprecio en nombre de Ios españoles".

¡Los españoles! ¡Qué frágil tenemos la memoria!

No me extrañaría que ese bar fuera el producto de muchos años de emigración y extrañamiento. Puede ser, incluso, que a su dueño alguna vez le escupieran eso de maqueto, charnego, coreano, dago o gastarbeiter; o que otros individuos, de la misma catadura moral que él ha adoptado, aunque de aspecto rubicundo, le miraran por encima de] hombro al tiempo que abandonaban aquella taberna de Suiza que él acababa de pisar. Y quien dice Suiza dice Europa. Peiro, claro, ya somos europeos.

Nunca imaginé que una nación tan mestiza como la nuestra no hubiera aprendido nada de la historia y pudiera recaer en la sinrazón del racismo.

¡Cosas veredes, amigo Sancho! Porque si algo está claro es que este asunto no ha hecho más que empezar, aunque los principios no pueden ser más prometedores.

A los gitanos, ya se sabe, nos habíamos acostumbrado, y como cantan flamenco, pues hasta tienen cierto sabor local. Cada septiembre, por lo menos, se les recuerda que no se nos olvida que están aquí, y ya está por ahora.

Estos moros, encima se atreven a organizarse y a pedir que les sirvan una copa. No sé adónde vamos a llegar.

Uno, que ha viajado algo por ahí, fuera de su pueblo, les decía a sus amigos de por ahí: "¡Qué va, hombre! ¿En España? ¡De ninguna manera! Pero si a simple vista somos primos hermanos!".

Pues nada, ya tenemos racismo, y de la mejor calidad. Y nosotros, sin saberlo, con estos pelos. Ya tenemos pedigrí de europeos.

Aquí, como en algunas partes de Europa, no todo va a ser malo, ya debería estar preparada esa ley contra el racismo. Y mientras se prepara se me vienen a la cabeza algunas palabras: boicoteo, piquete, pancartas...

Algunas cosillas de éstas se podrían ir ensayando para cuando vengan tiempos peores, que vendrán, no lo duden. Imagino que muchos de los que vieron esas imágenes y vivan en Madrid no se quedarán cruzados de brazos. Al menos, eso espero.

No quiero ni pensar que todo esté perdido para la causa de la humanidad en este país.-

Archivado En