Editorial:

Las opciones de Madrid

"SI LA paz es posible, es preciso buscarla en un punto intermedio entre la exigencia árabe de justicia y, la exigencia israelí de seguridad". Esta frase de The Economist resume perfectamente la parte sustancial de lo que está en juego en la Conferencia de Paz que se celebrará en Madrid la semana que viene. A ello cabe añadir que se trata de una oportunidad sin alternativa: la paz o, inevitablemente, en el futuro, una nueva y más devastadora guerra que seguramente nadie quiere ya. Las enseñanzas de la crisis del Golfo son angustiosamente claras.En el eje del problema se encuentra la reso...

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"SI LA paz es posible, es preciso buscarla en un punto intermedio entre la exigencia árabe de justicia y, la exigencia israelí de seguridad". Esta frase de The Economist resume perfectamente la parte sustancial de lo que está en juego en la Conferencia de Paz que se celebrará en Madrid la semana que viene. A ello cabe añadir que se trata de una oportunidad sin alternativa: la paz o, inevitablemente, en el futuro, una nueva y más devastadora guerra que seguramente nadie quiere ya. Las enseñanzas de la crisis del Golfo son angustiosamente claras.En el eje del problema se encuentra la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU. En ella se formulaba por primera vez el principio del intercambio de tierra por paz: se conminaba a Israel a retirarse de los territorios ocupados durante la guerra de 1967 y se consagraba el derecho de cada Estado de la zona a vivir en paz dentro de fronteras seguras. La única vez que ha sido cumplida una de sus disposiciones fue cuando Yasir Arafat admitió a regañadientes en 1989 que aceptaba la permanencia de Israel en la región y que renunciaba al terrorismo como forma de lucha contra los israelíes.¿Qué quieren realmente los dos protagonistas de la Conferencia? Conviene recordar que los dos días de reunión multilateral en la capital española serán apenas un primer trámite que debe ser continuado después, abordando los problemas bilaterales en otros foros. Para Israel, que tiene muy poca intención de abandonar Jerusalén o de irse de los territorios ocupados -especialmente de Cisjordania, una enorme región enclavada en el mismo centro del Estado israelí-, es importante avanzar rápidamente hasta la fase de la conferencia en que podrán realizarse negociaciones bilaterales con Líbano, Sirla o Jordania. De este modo, si resuelve los problemas que tiene, con estos países, podrá mostrar que su deseo de paz es sincero y ello le permitirá pasar por encima de la cuestión palestina, igual que hizo cuando firmó el acuerdo de Camp David con Egipto.

Para los palestinos, por el contrario, es indispensable que se progrese globalmente. Ellos son los más débiles y nada hay más fácil en este juego que quedarse en la cuneta. Yasir Arafat, a medio camino entre la debilidad con la que salió de la crisis del Golfo y la fuerza que le otorga la centralidad del problema palestino en la búsqueda de la estabilidad en la zona, se ha apuntado un buen éxito personal al conseguir que los árabes hayan dado su acuerdo a mantener posiciones concertadas frente a Israel. Un frente común tanto más extraordinario cuanto que une a viejos enemigos de la OLP como Sirla y Jordania. Dicho lo cual, ninguna de las partes olvida que su presencia en Madrid se debe a la habilidad de James Báker, lo que no quiere decir que las posiciones sustanciales de los antagonistas se hayan suavizado.

¿Cuáles son los temas,del proceso de paz? Sustancialmente seis:

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1. Con Líbano, la retirada israelí de la zona-colchón que ocupa en el sur del país.

2. Con Siria, la devolución de los altos del Golán.

3. Con la delegación jordano-palestina, la retirada israelí de los territorios ocupados y qué se hace con los asentamientos israelíes en la región. Ello requerirá garantías internacionales en los territorios que vayan abandonando los israelíes (sí se consigue finalmente), lo que a su vez implica probablemente alguna forma de desmilitarización del área, pero sobre todo el establecirniento de la confianza mutua en Gaza y Cisjordania (es evidente que tal logro es aún lejano).

4. Con todos los interlocutores, el problema del futuro de Jerusalén, hoy enteramente ocupado por Israel (proclamó su capitalidad en 1981) y que los árabes reclaman como lugar santo, mientras la ONU quiere que se le aplique un estatuto internacional.

5. Terminadas las cuestiones bilaterales, deberán acordarse los términos en los cuales se produce un desarme efectivo de la región. Y tampoco puede quedar fuera de la conferencia el sustancial problema del agua en la zona.6. Finalmente, los palestinos deberán negociar lo que nunca antes consiguieron: el futuro de su pueblo. Primero, una medida de autogobierno provisional; a partir de su tercer año, palestinos e israelíes empezarán a buscar fórmulas más o menos definitivas de organización política para aquéllos. Para los palestinos, esto significa la fundación de su propio Estado. Para los israelíes, es un anatema pensar en la creación de un nuevo Estado al oeste del Jordán. Ésas son las claves de la Conferencia de Madrid.

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