Vuelve a Belgrado en olor de multitud el hijo del último rey yugoslavo

Regresó el rey. Aleksandar Karadjordjevic, hijo del último rey yugoslavo, Petar II, nacido hace 41 años en Londres, llegó ayer, por primera vez, a Belgrado. Las autoridades comunistas prohibieron, después de la II Guerra Mundial, el regreso de la familia real y confiscaron sus propiedades. El pretendiente al trono, Aleksandar, acudió a la tierra de sus antepasados para presenciar hoy una liturgia dedicada al aniversario de la muerte de su abuelo, el rey Aleksandar, asesinado en Marsella en 1934.Este empresario londinense de sangre azul, padre de tres hijos, casado con Caterina, salió del anoni...

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Regresó el rey. Aleksandar Karadjordjevic, hijo del último rey yugoslavo, Petar II, nacido hace 41 años en Londres, llegó ayer, por primera vez, a Belgrado. Las autoridades comunistas prohibieron, después de la II Guerra Mundial, el regreso de la familia real y confiscaron sus propiedades. El pretendiente al trono, Aleksandar, acudió a la tierra de sus antepasados para presenciar hoy una liturgia dedicada al aniversario de la muerte de su abuelo, el rey Aleksandar, asesinado en Marsella en 1934.Este empresario londinense de sangre azul, padre de tres hijos, casado con Caterina, salió del anonimato político real hace un par de años cuando comenzó a conceder las primeras entrevistas a la prensa yugoslava. Entonces creía que podría aspirar al trono, pero pronto se disiparon sus ilusiones de ser el rey de todos los pueblos yugoslavos ya que sólo la oposición serbia exigía su retorno.

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Finalmente, no obstante las divisiones en la opinión pública serbia sobre si el rey debería regresar y las advertencias de la Iglesia ortodoxa de abstenerse, Aleksandar decidió coger ayer el avión especial en Ginebra para dirigirse al país cuyo idioma apenas ha comenzado a estudiar.

Miles de personas se apiñaban desde el mediodía de ayer en Terazije, plaza en el centro de Belgrado, para ver al monarca. Un centenar de metros más lejos, frente al Parlamento federal, unas 2.000 personas se reunieron, con lágrimas en los ojos, para exigir el cese de los odios, de las hostilidades y de la guerra, y la conservación de Dubrovnik, símbolo de la libertad y la belleza. El rey no alcanzó a verlos. Se disiparon antes de su paseo real por la ciudad, frustrados por la indolencia de sus conciudadanos ante las destrucciones de la guerra.

Aleksandar solicitó una entrevista con el presidente serbio Slobodan Milosevic. Hoy tiene previsto dirigirse a sus súbditos enfrente de la basílica Sveti Sava, en Belgrado.

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