Tribuna:

El INI como corporación empresarial

En las últimas décadas, la competencia internacional se ha visto trastocada por dos fenómenos: las innovaciones tecnológicas y la creciente importancia de las empresas transnacionales. A su vez, los mercados de capitales se han internacional izado y los ritmos de crecimiento son modestos, por lo que la competencia por los mercados de exportación se ha hecho más aguda.Hoy día las ventajas relativas de costes provienen más de la disponibilidad de tecnología que de la de recursos naturales; los mercados se encuentran cada vez más oligopolizados en sectores de gran importancia donde los acuerdos d...

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En las últimas décadas, la competencia internacional se ha visto trastocada por dos fenómenos: las innovaciones tecnológicas y la creciente importancia de las empresas transnacionales. A su vez, los mercados de capitales se han internacional izado y los ritmos de crecimiento son modestos, por lo que la competencia por los mercados de exportación se ha hecho más aguda.Hoy día las ventajas relativas de costes provienen más de la disponibilidad de tecnología que de la de recursos naturales; los mercados se encuentran cada vez más oligopolizados en sectores de gran importancia donde los acuerdos de reparto del mercado entre grandes empresas son práctica común; y la calidad, la segmentación de mercados, la comercialización y creación de marcas, el diseño y los servicios posventa son estrategias clave.

En este contexto se mueve actualmente la competencia entre empresas en los mercados tanto internos como internacionales, y en él han de operar las empresas españolas para vender sus productos. Es, por tanto, en este contexto en el que tiene sentido discutir el futuro de una corporación empresarial como el INI.

En las condiciones descritas: ¿tiene alguna ventaja un grupo grande, público o mixto y heterogéneo como el INI? La pregunta parte de una situación de hecho, y no se plantea cuestiones previas fundamentalistas (¿habría que crear el INI si no existiera?), ni ejercicios contrafactuales (¿cómo sería la industria española si el INI no hubiera existido?). Avanzaré que, en mi opinión, el INI permite consolidar un proyecto industrial de gran importancia para nuestra economía y, también, que ello no es fácil.

El primer punto a destacar es que el INI constituye la concentración de capital industrial mayor de la economía española. El INI ocupa la primera posición española en las listas internacionales de empresas por su tamaño, aunque en una posición modesta. Todos los países centrales de la CE, además de EE UU, Japón, Suecia, etcétera, tienen una densa presencia en estas listas, y ello es el resultado del proceso de internacional finalicización y concentración de los negocios. El tamaño, por sí mismo, no es una ventaja, pero sin un tamaño suficiente no se puede competir en muchos mercados mundiales.

Pero, además, el INI no sólo es la mayor concentración de capital industrial español, sino que también es una corporación empresarial en sentido estricto. El reciente proceso de creación de corporaciones en España ha consistito en la consolidación de las participaciones en empresas diversas mantenidas por bancos y sociedades de cartera del mismo grupo financiero. No voy a discutir cuál ha sido el objetivo fundamental de este tipo de operaciones; basta con señalar el hecho de que, por ahora, son corporaciones financieras y no empresariales. Es decir, conjuntos de empresas en que no existen estrategias productivas como grupo, sino, como máximo, estrategias financieras de gestión de cartera definidas en la cabecera del grupo bancario. Sería muy deseable que estas corporaciones terminaran convirtiéndose en grupos industriales en sentido estricto. Y esto es lo que es, desde hace tiempo, el INI: una corporación que fija estrategias empresariales para un grupo integrado de actividades productivas.

Creo que ser la, mayor corporación empresarial española permite obtener ventajas de tres tipos. En primer lugar, de ejercicio de poder de negociación; en segundo lugar, de lo que cabe llamar transnacionalización, y de lo que se conoce como explotación de ventajas dinámicas.

La lista de factores competitivos es muy diversa, pero para nuestros fines bastará señalar que el tamaño es crucial para ejercer poder de negociación con los suministradores, con los compradores y con las empresas ya Instaladas. Este último, además, será potencialmente tanto más importante cuanto la competencia por los mercados favorezca cada vez más los acuerdos entre grandes empresas en vez de las situaciones competitivas o predatorias. Tanto la experiencia de los últimos años como los desarrollos recientes de la teoría de la organización industrial, demuestran que las colusiones constituyen estrategias frecuentes en mercados caracterizados por la presencia de pocas empresas grandes y efectos muy negativos de situaciones no cooperativas. Si esto es cierto, sólo las grandes organizaciones pueden aspirar a participar en este tipo de soluciones cooperativas.

Multinacionales

El carácter multinacional de las empresas es crucial para poder siquiera estar presente en actividades -por ejemplo, automóviles, electrónica, farmacia, alimentos elaborados- y, desde luego, para competir con éxito en la mayoría de los sectores industriales estratégicos. El tamaño, constituye una condición necesaria, aunque no suficiente, de multinacionalización que es, a su vez, clave para la penetración en mercados extranjeros. Por ello una corporación como el INI tiene ventajas relativas a la hora de plantearse la internacionalización de sus negocios.

Es claro que esta estrategia tendrá que pasar por acciones inicialmente modestas que se basen en, acuerdos y participaciones cruzadas con, o presencias minoritarias en, empresas líderes mundiales; pero incluso para esto es preciso un tamaño significativo. Tamaño que resulta también decisivo a la hora de negociar con Gobiernos extranjeros condiciones de instalación.

Por último, el tamaño es, de nuevo, fundamental para poder obtener ventajas dinámicas en sectores en que el logro de una cierta masa crítica es crucial y que, además, general efectos externos beneficiosos para el conjunto de la economía. Actividades como la innovación tecnológica, los bienes de equipo, o la generación de energía, por sólo mencionar algunos ejemplos, son casos claros en los que es necesario concentrar esfuerzos- financieros y de gestión en opciones de largo plazo. Algo que las empresas pequeñas no pueden hacer por la concentración de riesgos que como supone.

Pasemos a discutir una ventaja -y media- proveniente de la naturaleza pública del INI. La media ventaja se deriva de lo explicado en el párrafo anterior: en la medida en que las actividades que presentan ventajas dinámicas son estratégicas para todos los países del mundo, la presencia. pública garantiza una mejor defensa de los intereses nacionales. Espero que nadie se escandalice por utilizar el término intereses; nacionales, de tan autárquicas e imperiales reminiscencias en el caso español, porque tan sólo significa el reconocimiento de una obviedad: que en todo el mundo existen núcleos industriales estratégicos cuyo control no desea perder ningún país.

Pero la gran ventaja derivada de la titularidad pública -o mixta con control público- de una gran corporación empresarial como el INI, radica en la posibilidad de evitar pérdidas de riqueza nacional. Cuando una empresa privada se sanea con dinero público y, posteriormente, se vende al capital extranjero, se produce una pérdida (le riqueza nacional. No por el hecho de que la empresa se venda, si lo ha sido a un precio adecuado, sino porque se pierde el control de la actividad productiva. En estos casos se produce un fenómeno de dificil justificación: el sector público ha utillízado dinero de los contribuyentes para sanear una empresa extranjera. Muchos de estos casos podrían evitarse si el uso de recursos públicos en el saneamiento de empresas no fuera a fondo perdido, sino que implicara la participación en el capital de las mismas por el valor de la ayuda, lo que además permitiría obtener un rendimiento de aquéllos y una mejora de la situación financiera el sector público.

Por último, las corporaciones heterogéneas plantean ciertos problemas, reflejados en el hecho de que las mismas suelen cotizarse con un factor de descuento en los mercados financieros. Pero, lo que sí es una ventaja potencial es la posibilidad de ofrecer internamente servicios horizontales a las, empresas. El sector de estos servicios se encuentra controlado, por oligopolios transnacionales. poco competitivos y presenta un. comportamiento diferencial inflacionista que grava los costes de las empresas. Aspectos tales como la gestión de recursos humanos, la de, recursos tecnológicos, la come realización, la coordinación financiera , o algunos servicios de carácter jurídico y asistencial, son áreas en las que puede ser rentable ofrecer internamente condiciones más competitivas que las del mercado. La forma de materializar estas ventajas puede ser muy diversa, y no tiene por que pasar por la cabecera de la corporación.

En resumen, partiendo del hecho de que en este país la corporación empresarial mayor que existe es el INI, han aparecido cinco venta las potenciales del mismo derivadas: tres de su tamaño, una y parte de otra de su mayoría de capital público, y una final de su carácter heterogéneo. ¿Quiere esto decir que materializar esas ventajas es fácil o automático? Evidentemente, no.

Julio Segura es director de la Fundación Empresa Pública, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico y académico electo de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

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