'Colgados' de las ondas

10 chavales 'conflictivos' de Entrevías y el Pozo del Tío Raimundo tienen su cuartel general en Radio Vallekas

Les aburre la escuela, pero son capaces de volver tarumba a cualquiera con explicaciones sobre el heavy metal. Diez chavales conflictivos de Entrevías y el Pozo del Tío Raimundo permanecen colgados de las ondas en Radio Vallekas. Todo comenzó con un curso de radio subvencionado por el Plan Municipal de Drogas. Su objetivo era prevenir "otros cuelgues" en chavales de alto riesgo de 13 a 16 años. Ahora, El Indio, El Muni y los otros saben que hay algo que les gusta tanto como la cerveza: hablar por la radio.

"Tío, ese disco es un pastel". Para Antonio, El Indio, de 16 años, ...

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Les aburre la escuela, pero son capaces de volver tarumba a cualquiera con explicaciones sobre el heavy metal. Diez chavales conflictivos de Entrevías y el Pozo del Tío Raimundo permanecen colgados de las ondas en Radio Vallekas. Todo comenzó con un curso de radio subvencionado por el Plan Municipal de Drogas. Su objetivo era prevenir "otros cuelgues" en chavales de alto riesgo de 13 a 16 años. Ahora, El Indio, El Muni y los otros saben que hay algo que les gusta tanto como la cerveza: hablar por la radio.

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"Tío, ese disco es un pastel". Para Antonio, El Indio, de 16 años, pelo larguísimo, chamarra vaquera sin mangas llena de pintadas y manos llenas de sortijas con calaveras, todo es blando. La mejor música es la más cruda y acelerada. El heavy es cosa de ancianos."Lo que mola es el gore, el grind core y el death metal", asegura convencido este enamorado de grupos con nombres tan sugerentes como Napalm Death (Muerte por Napalm), Massacre (Matanza) y Morbid Angel (Ángel Mórbido). Para un profano la diferencia entre estos estilos musicales constituye un enigma. No para El Indio. "El gore es el tipo de música que puede gustar a un médico, porque las letras siempre hablan de cadáveres y putrefacción; en el grind, los instrumentos están desafinados" explica. En esta línea dura El In dio hace cada jueves un programa junto a su hermano Jaime.

El Muni, Pipo, Salva y Bartolo tienen los martes un espacio que se llama Chachin dabuten. Más tarde, tres chicas emiten un programa "con punki y calorreo". Comentar que los grupos podían ser mixtos es como mentar al diablo. Ya es un indicio el nombre que reciben las féminas del cursillo desde el sector masculino. "Les llamamos las pinchos por lo cardos que son", dicen los varones cuando ellas no están cerca para replicar.

En la cabina, Jaime, hermano de El Indio, hace de las suyas. A sus 14 años se planta delante de un micrófono con la soltura de un pincha experimentado. En la radio, Jaime no es Jaime, sino D. J. Jason. "Dicen que me parezco al bajista de Metallica y por eso me llaman como él". Sus compañeros aseguran que coge carrerilla y no calla. "Una vez estuvo 10 minutos explicando lo que le parecía la portada de un disco", comentan riéndose.

Pero la soltura actual se ha conseguido con el tiempo. El curso comenzó en octubre, y entonces, según descripción de El Indio, "el estudio parecía el camarote de los hermanos Marx". Sixto Rodríguez, uno de los monitores de la radio, pone cara de póquer cuando oye hablar de los primeros días. "Todos querían hablar a la vez y no eran capaces de estarse quietos ni 10 segundos. El Muni, pese al desparpajo que demuestra ahora, se quedó mudo la primera vez que tuvo que leer delante del micro". Lo del Bartolo era peor. "Se metía el micrófono en la boca como si fuera a comérselo de un bocao", ríen sus compañeros. Mientras, suena un disco que convertiría en abuelos a los Led Zeppelín.

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