Editorial:

Viejos y jóvenes

EL GRADO de civilización de una sociedad se mide en buena parte por el trato que dispensa a sus viejos, sean éstos pocos o muchos. Ahora son bastantes, y serán más en el futuro. Ello plantea problemas de diversa índole, como el desequilibrio que deriva de la existencia de más beneficiarios de las prestaciones sociales frente a menos cotizantes; pero, al mismo tiempo, ese incremento del número de ancianos otorga a ese segmento de la población un peso social del que antes carecía. Y es que, a diferencia, por ejemplo, de los niños, los viejos votan, y todas las fuerzas políticas habrán de tener e...

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EL GRADO de civilización de una sociedad se mide en buena parte por el trato que dispensa a sus viejos, sean éstos pocos o muchos. Ahora son bastantes, y serán más en el futuro. Ello plantea problemas de diversa índole, como el desequilibrio que deriva de la existencia de más beneficiarios de las prestaciones sociales frente a menos cotizantes; pero, al mismo tiempo, ese incremento del número de ancianos otorga a ese segmento de la población un peso social del que antes carecía. Y es que, a diferencia, por ejemplo, de los niños, los viejos votan, y todas las fuerzas políticas habrán de tener en cuenta sus necesidades y aspiraciones si quieren contar con su apoyo.A comienzos de siglo había en España un viejo por cada 20 habitantes hoy, uno por cada 10. Viejo: que tiene más de 65 años, según la clasificación de los demógrafos. La pirámide de población española ha experimentado cambios sorprendentes en los últimos años. En 1900, uno de cada tres españoles tenía menos de 15 años. Hoy apenas son el 20%, de la población. Así, los porcentajes de viejos y niños tienden a equipararse, hasta converger en torno al 15%. Con ello, la tendencia general es hacia el estancamiento, si no retroceso, de la población.

En el mundo se aprecia en los últimos años una ligera tendencia a la disminución de la tasa de natalidad, en parte por el aumento del número de parejas que en los países subdesarrollados utilizan métodos anticonceptivos: el 51%, frente al 10% de los años sesenta. Con todo, la media mundial es de 3,8 hijos por mujer, todavía muy superior a lo que los demógrafos consideran compatible con las posibilidades alimenticias y el equilibrio ecológico. Esa cifra oculta, en todo caso, situaciones muy diferentes entre sí: por ejemplo, la tasa media de crecimiento demográfico es actualmente del 0,2% en Europa, pero del 3% en Africa y del 2% en América Latina.

En España, la tasa media de hijos por mujer ha pasado de 2,2 en 1980 a 1,3 en la actualidad. Con ello, España se coloca, junto a Italia, como uno de los dos Estados del mundo con un índice más bajo. Tanto, que un país como Suecia, que hace algunos años aparecía como paradigma de lo contrario, casi dobla actualmente la tasa de fertilidad del nuestro. Se considera que el índice 2,1 es el mínimo para garantizar el mantenimiento estable de la pobliación. Por otra parte, la esperanza de vida (81) años para las mujeres y 76 años para los hombres es, en España de las más altas del mundo. El resultado es una pirámide comparativamente muy abultada en la parte superior.

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Con reiteración se han comentado los efectos que de ello podrían derivarse para los equilibrios presupuestarios y de otra índole. De ello tendrán ocasión de hablar los especialistas participantes en el II Congreso Europeo de Gerontología, que se reúne el próximo día 11 en Madrid. Pero entiretanto, los viejos se Organizan. Es el caso de la Unión Democrática de Pensionistas, que afirma contar con 800.000 asociados y que estos días se ha movílizado contra determinados (y por el momento hipotéticos) aspectos de la proyectada reforma de la sanidad pública.

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