LA REVOLUCIÓN DE AGOSTO

Los ciudadanos se denuncian unos a otros como golpistas

Un robusto guardia vigila los documentos sólo para el caso de que un oficial con mucho que perder recurra a la violencia para conseguirlos. Cerca de allí, los teléfonos suenan sin parar con miles de llamadas: vecinos denunciando a vecinos, trabajadores denunciando a sus jefes y compañeros. La acusación: haber mostrado demasiado entusiasmo durante el intento de golpe de la semana pasada."Ellos nos enseñaron durante mucho tiempo cómo delatarnos los unos a los otros", decía el miércoles Yuri Jramov, un concejal del Ayuntamiento de Moscú. "Ahora. hemos conseguido un nuevo engendro: las denuncias d...

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Un robusto guardia vigila los documentos sólo para el caso de que un oficial con mucho que perder recurra a la violencia para conseguirlos. Cerca de allí, los teléfonos suenan sin parar con miles de llamadas: vecinos denunciando a vecinos, trabajadores denunciando a sus jefes y compañeros. La acusación: haber mostrado demasiado entusiasmo durante el intento de golpe de la semana pasada."Ellos nos enseñaron durante mucho tiempo cómo delatarnos los unos a los otros", decía el miércoles Yuri Jramov, un concejal del Ayuntamiento de Moscú. "Ahora. hemos conseguido un nuevo engendro: las denuncias democráticas".

Jramov es miembro de la comisión creada en Moscú para investigar el golpe. La comisión moscovita es una más de una plaga de de ellas que han proliferado por todo el país para pillar a los miles y miles de conservadores que apoyaron el golpe. Miembros de estos equipos de investigación afirman que saben bien que tienen que caminar con cuidado sobre la línea que separa la justicia de la venganza.

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"Esto no es una caza de brujas. No quisiéramos parecer sangrientos comisarios", aseguró el concejal moscovita Ígor Belkiaiev. "Sólo aceptamos información que no sea anónima. Hay demasiados informadores que tienen objetivos personales".

Muchas de las llamadas que se reciben en dos espaciosas salas del Ayuntamiento de Moscú se refieren a criminales importantes, como el oficial de policía que impuso el toque de queda o el editor del Partido Comunista que imprimía afanosamente cuanto pedían los conjurados.

Contra el vecino

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Hay también llamadas de informadores que adquirieron, en tiempos del estalinismo, el hábito de denunciar a cualquiera del que quisieran desembarazarse, desde un vecino al que envidia hasta un competidor en el trabajo, afirmó un miembro del comité.

"También recibimos llamadas", explicó Jramov, "que dicen: "que jefe apoyó el golpe y publicó los decretos'. Luego, intentas comprobar las cosas y descubres que el jefe despidió a esa persona hace un mes".

Para evitar que las investigaciones puedan derivar hacia una serie de represalias, como en las sangrientas purgas iniciadas por Stalin en los años treinta, los miembros de la comisión de Moscú se toman su trabajo con una calma y precaución deliberadas. "Cada denuncia debe ser minuciosamente examinada", afirmó Víctor Bulgákov, uno de sus portavoces. "Nuestro objetivo es ofrecer a todos un retrato objetivo de las violaciones de la Constitución que los oficiales cometieron durante el periodo del golpe".

Durante los cuatro días de trabajo, la comisión ha considerado dignos de un análisis posterior unos cien casos. Bulgákov cree que dos o tres llegarán a los tribunales.

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