"Algo pasa en Moscu"

"Algo pasa en Moscú". Anatoli Pucaz, entrenador del Dinamo de Kiev -que ayer se enfrentó al Athlétic- no podía ser más expresivo al enjuiciar el golpe de Estado a la Unión Soviética, que coincidió con su partida hacia la capital vizcaína. El comportamiento de los 23 expedicionarios ucramanos en Bilbao no reflejaba tensión alguna.El Dinamo de Kiev se encuentra aislado en Bilbao. "Cuando salimos de Kiev supimos que algo estaba pasando en Moscú, pero en nuestra ciudad no se observaba anormalidad alguna. Todo discurría con calma". La misma calma que han observado desde entonces, apenas soliviantad...

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"Algo pasa en Moscú". Anatoli Pucaz, entrenador del Dinamo de Kiev -que ayer se enfrentó al Athlétic- no podía ser más expresivo al enjuiciar el golpe de Estado a la Unión Soviética, que coincidió con su partida hacia la capital vizcaína. El comportamiento de los 23 expedicionarios ucramanos en Bilbao no reflejaba tensión alguna.El Dinamo de Kiev se encuentra aislado en Bilbao. "Cuando salimos de Kiev supimos que algo estaba pasando en Moscú, pero en nuestra ciudad no se observaba anormalidad alguna. Todo discurría con calma". La misma calma que han observado desde entonces, apenas soliviantada por los habituales retrasos aéreos que les depositaron en el aeropuerto de Sondika una hora después de lo previsto. Curiosamente, la inquietud se apoderaba entonces de los gestores rojiblancos ante la duda de si el Dinamo de Kiev sería finalmente autorizado a abandonar la Unión Soviética para cumplir su compromiso en Bilbao. A las 21.55 horas del lunes tomaba tierra en el aeropuerto vizcaíno el vuelo que transportaba la expedición del Dinamo de Kiev.

El golpe de Estado en la Unión Soviética quedaba atrás. Alojados en un hotel de cinco estrellas, los jugadores, técnicos y directivos del conjunto ucraniano dieron buena cuenta del arroz a la cubana, pescado, ensalada y abundante fruta que el restaurante del hotel puso sobre sus mesas. Ayer por la mañana los jugadores se ejercitaron por espacio de media hora.

Pueaz, el técnico encargado de gestionar un club que fue grande y encara la transición tras la marcha de sus figuras, proseguía su labor diplomática y manifestaba que "pase lo que pase en la Unión Soviética no creo que afecte al deporte".

El dramatismo de la situación soviética contrastaba con la algarabía de un Bilbao en fiestas.

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