La moto de Cenicienta

División en Noblejas ante la prohibición de usar los ciclomotores por la noche

A medianoche, las rugientes derbis y vespinos de los muchachos de Noblejas (Toledo) se convierten en trastos que tienen que arrastrar silenciosamente por las calles. Desde hace cuatro días, los vecinos salen a tomar el fresco a la puerta sin sobresaltos y los currantes duermen en paz merced a un bando que prohíbe a los ciclomotores circular de noche. La chiquillería, bastante enfurruñada, acata a regañadientes, su condición de Cenicienta.

"Estás aquí en el fresco y te llevan por delante", gesticula una mujer de mediana edad, de palique con varios vecinos al atardecer, frente a una puert...

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A medianoche, las rugientes derbis y vespinos de los muchachos de Noblejas (Toledo) se convierten en trastos que tienen que arrastrar silenciosamente por las calles. Desde hace cuatro días, los vecinos salen a tomar el fresco a la puerta sin sobresaltos y los currantes duermen en paz merced a un bando que prohíbe a los ciclomotores circular de noche. La chiquillería, bastante enfurruñada, acata a regañadientes, su condición de Cenicienta.

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"Estás aquí en el fresco y te llevan por delante", gesticula una mujer de mediana edad, de palique con varios vecinos al atardecer, frente a una puerta. Rafael sacude su cabeza blanca y afirma: "Estupendo, me parece estupendo". "La madre que os parióóó', les gritaba yo", dice su mujer, Dolores. Son algunos afectados por las pandillas de chicos que recorren el pueblo como centauros semimetálicos y que esperan la hora -se acerca la medianoche- en que las motos callen.Son éstos los vecinos que se sientan a las puertas de sus casas "a tomar los aires frescos y comunicarse amablemente", como reza el bando dictado por el regidor socialista de Noblejas, Agustín Jiménez, por el que, en su defensa, prohibe circular sólo a los ciclomotores -las motos con más de 75 centímetros cúbicos se libran, por más silenciosas, dice la autor¡dad- desde la medianoche hasta las seis de la madrugada por todo el casco urbano. "Es que pasaban las amotos y no dejaban de dormir", se alegra en otro grupito Cesárea, sentada en una plaza de este pueblo de 3.000 habitantes -y 200 ciclomotores-.

La decisión, dice el alcalde, fue tomada por "las continuas quejas" de los vecinos por el ruido y la velocidad. La prohibición rige desde la medianoche del sábado. "Es una medida más bien educacional", aclara. La oposición -tres concejales del PP y uno del CDS- no está de acuerdo. "Nosotros propusimos que se sancionase a las motos sin silenciador y que se vigilase la velocidad, pero no que se prohibiese circular, por que los chicos pagan sus impuestos", asegura Luis María Castaño, del PP. Jesús Gómez, del CDS, asiente y le parece el bando "hasta inconstitucional". Sólo se libran quienes necesiten usar el ciclomotor por su trabajo. Hay precedentes: por ejemplo, el Ayuntamiento de Tossa de Mar (Gerona) acordó idéntica medida en 1990 pero la ha derogado este año; en la misma provincia, en Llançà, se tomó la decisión pero no se llevó a efecto, informa Tura solé.

"Tú no sabes lo que era esto, vamos, un circuito", asegura Pedro Pedroche, el policía local de servicio, mientras recorre en el coche patrulla el largo paseo de la Estación. Pasada la medianoche, no hay ni rastro de motoristas. Pasean parejas con críos pequeños y hay por todos lados grupitos de vecinos charlando a la puerta de sus casas bajas. Un chaval empuja su moto por una cuesta. "Por esta rampa se tiran", prosigue el agente, "y por aquí suben y bajan como locos", dice mientras el coche remonta una señora cuesta. "Hay uno o dos accidentes por semana".

La prohibición ha surtido efecto, dice el policía: el sábado sorprendió a dos infractores y el domingo, no pescó ni uno. A Antonio Lucía, Toñin, de 17 años, le cayó una multa de 5.000 pesetas el sábado y ha protestado, ya que el bando dice que a los sorprendidos se les inmovilizará el vehículo. Toñin, que es de Madrid, veranea a seis kilómetros del pueblo y, dice que necesita la moto para ir y venir. Fé Rosell, médica sustituta, asegura que "los chavales cogen la moto despues de ponerse ciegos de copas. Pasa lo que pasa". Rosell está acostumbrada a atender trastazos y quemaduras.

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Los muchachos están enfurruñados. Unos se quejan de que, sin moto, no pueden ir a la discoteca de las afueras. Otros, que viven lejos y necesitan su amado vehículo para venir. El alcalde dice que se han vengado doblando un par de señales de prohibición, "Son las cotillas del pueblo y los viejos los que se quejan", protesta Francisco, de 16 años, cabalgando sobre su Puch Cóndor "y nos llaman hijos de puta". Al alcalde le reciben los moteros en la plaza llamándole "fascísta" entre risas. "Son amiguetes", asegura él, y se acerca: "Ya os he dicho que os voy a construir una pista aquí al lado". "¿Es que los coches no hacen ruido?", suelta Raúl, de 14 años. "Pues teníamos que organizar una manifestación", dicen varios. La vigilancia parece estricta. A unos les han multado por no llevar pedales; a otros, por no tener permiso o por llevar paquete.

"¿Y en otros pueblos pasa lo mismo?", pregunta una chica en otro grupo. Cuando se enteran que no, protestan muchísimo. José Antonio es el único que lleva moto, una Derbi multicolor. Son, más de las 12 y piensa irse montado en ella: "Yo a correr, seguro que no me pillan".

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