Tribuna:EL ASFALTO

Cinco cosas concretas

1. El taxista lleva guantes negros cortados a la altura de los dedos. Habla por la emisora de radioaficionado con un colega, un coleguilla, un tronco que está pallá, y entre ellos adivinan el porvenir del día:-Menudo coñazo, tronco, y ahora me voy pallá, pallá, pallá.

-Jo, tronco, y así todo el día.

-Oye, que me metí en la frecuencia de Bravo Murillo.

-Estás como una cabra, chaval.

Dentro del taxi la temperatura es de 40 grados, y fuera es algo menor. Por la radio cuentan que no viene el futbolista yugoslavo, y el taxista halla otra materia de retransmisión:
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1. El taxista lleva guantes negros cortados a la altura de los dedos. Habla por la emisora de radioaficionado con un colega, un coleguilla, un tronco que está pallá, y entre ellos adivinan el porvenir del día:-Menudo coñazo, tronco, y ahora me voy pallá, pallá, pallá.

-Jo, tronco, y así todo el día.

-Oye, que me metí en la frecuencia de Bravo Murillo.

-Estás como una cabra, chaval.

Dentro del taxi la temperatura es de 40 grados, y fuera es algo menor. Por la radio cuentan que no viene el futbolista yugoslavo, y el taxista halla otra materia de retransmisión:

-Que no viene el yugoslavo, tronco.

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-Claro, ¿qué se habrán creído, que la policía es tonta?

-Claro, chaval.

Lo tienen todo claro hasta que el pasajero le toca en el hombro al taxista que confundió la frecuencia de Bravo Murillo:

-Oiga, ¿y no podría quitar la emisora?

-¿Quitar la emisora?

El taxista miró hacia atrás como si viajara con un extraterrestre, y con los ojos de amianto lo expulsó del taxi.

2. Hemos dicho muchas veces que los españoles no somos racistas y que los madrileños también. Cuando apretaba el frío, en diciembre, esta gente que ahora está en la esquina de Gran Vía, cerca del Chicote, estaba en la plaza de España y aledaños, y todo el mundo pedía solidaridad para ellos: un gueto, cualquier cosa.

Ahora se han trasladado a un lugar más visible. Hemos contado que la policía los vigila como si allí estuviera a punto de estallar una bomba. Todos los que vemos a diario ese espectáculo de enjambre nos decimos que allí no pasa nada y que la policía tiene siempre la sospecha detrás de la oreja, como si no hubieran variado los tiempos.

De pronto, el racista que llevamos dentro da la vuelta a la esquina y entra a la calle de la Reina por otro lado.

3. A las tres de la madrugada, esa calle ya totalmente está vacía. ¿Adónde se habrá ido toda esa gente ? Hay un retén de guardias por si acaso, y en el suelo quedan algunos despojos de manzanas, botes de leche condensada y un vaso vacío hace guardia al fondo del petril. -

Los que caminan miran al suelo, como se hace por las noches, y los ruidos que hacen las llaves de los guardias se oyen nitidamente, como la premonición o el resultado de la vigilia. Los taxis descamisados pasan con el letrero de libre en la guantera, pero paran si llevas corbata o calcetines. Luego hablan, si tú les escuchas, de lo mal que se está poniendo Madrid.

4. Han cambiado de pronto las cosas en esta ciudad y los periódicos cuentan que es probable que la zarzuela acabe con el rock. Como si se hubiera terminado un periodo de Madrid, los antiguos chicos de la movida comparten duros en las esquinas y charlan acerca de los nuevos puestos de trabajo que ha traído la modernidad. Madrid se prepara estos días para aburrirse un poco.

5. Sería injusto que no consignáramos en esta columna de sucesos que el jueves de esta semana que ahora se termina no se publicó la relación de los muertos que hubo el día anterior en esta ciudad, y eso, acaso, habrá dejado todavía más en el anonimato a aquellas personas que luego ni siquiera llegan a aparecer en las esquelas.

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