Editorial:

Dolor de atrición

CUALQUIERA QUE sea el método utilizado, si ha habido irregularidades en la financiación de un partido, el núcleo dirigente tiene que estar al tanto (y si no lo está, su responsabilidad es aún mayor). Por ello, la fiabilidad de los dictámenes de comisiones internas de investigación emanadas de ese núcleo, y que sólo ante él responden, es escasa: tenderán, por una ley casi natural, a anteponer otros criterios, tal vez estimables, pero ajenos al caso, al de dilucidación de la verdad. Así lo dijimos en su día a propósito del dictamen de Alberto Ruiz Gallardón sobre la finan clación del PP tras el ...

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CUALQUIERA QUE sea el método utilizado, si ha habido irregularidades en la financiación de un partido, el núcleo dirigente tiene que estar al tanto (y si no lo está, su responsabilidad es aún mayor). Por ello, la fiabilidad de los dictámenes de comisiones internas de investigación emanadas de ese núcleo, y que sólo ante él responden, es escasa: tenderán, por una ley casi natural, a anteponer otros criterios, tal vez estimables, pero ajenos al caso, al de dilucidación de la verdad. Así lo dijimos en su día a propósito del dictamen de Alberto Ruiz Gallardón sobre la finan clación del PP tras el estallido del escándalo Naseiro: su principal objetivo no era saber qué había ocurrido, sino exculpar a Fraga y Aznar, expresamente aludidos en las grabaciones que originaron las pesquisas. Lo reiteramos ahora. Una investigación interna ante situaciones como la planteada sólo tiene sentido, al menos como gesto de buena voluntad, si es encomendada a personas conocidas (no anónimas, como es el caso) que no dependan directamente del núcleo dirigente puesto en entredicho, y que por su trayectoria, tal vez por su edad, en todo caso por su ecuanimidad e independencia de criterio, puedan ser consideradas por la opinión pública fuera de toda sospecha.No siendo ésa la situación, las conclusiones ofrecidas por Benegas han de ser acogidas con prevención. Los dirigentes del PSOE, que llevan 20 días sopesando qué actitud resultará menos dañosa para sus intereses, no pueden ignorar que incurren en contradicción al negar que exista cualquier irregularidad y sancionar a la vez a los presuntos nfractores. Si a pesar de ello lo han hecho, tal vez sea porque están deliberadamente transmitiendo a la sociedad el siguiente mensaje tácito: somos culpables, pero no más que otros partidos; lo lamentamos y prometemos que no volverá a ocurrir. Esa hipótesis revelaría la existencia de un dolor, si no de contrición, al menos de atrición; supondría, en todo caso, un pequeño avance respecto al soberbio desprecio con que anteriores escándalos fueron acogidos en el seno de la cofradía. E indicaría tal vez que no es irreversible la deriva hacia un modelo de partido a la Ualiana. En todo caso, resulta positivo que Felipe González en persona haya tomado la iniciativa de saneamiento.

Para que tal hipótesis fuera tomada en consideración sería necesario, sin embargo, despejar algunas brumas. Primero: no es cierto que el problema proceda de una insuficiente financiación de los partidos. Al revés: ha sido la falta de resistencia social a las crecientes exigencias de los partidos lo que ha estimulado su insaciabilidad. Afirmar que para funcionar necesitan tanto o cuánto es una falacia: por ese medio, nunca se alcanzará un límite. Los partidos podrán disponer de aquellos fondos que la sociedad esté dispuesta a otorgarles, y no de aquellos que ellos consideren unilateralmente necesarios para su función y que conseguirán de una u otra manera.

Segundo: puede ser que los papeles facilitados por el contable chileno estén manipulados, que la interpretación de ellos realizada por los medios de comunicación sea errónea o exagerada, que algunas cifras no respondan exactamente a la realidad. Pero con todo y eso, y aun admitiendo que sólo fuese cierta la mitad de la mitad de lo que se deduce de las pruebas conocidas, la hipótesis sobre la financiación del déf-icit del PSOE que se desprende de esos papeles e interpretaciones resulta infinitamente más verosímil que la de la conspiración (de la prensa con ciertos elementos antipartido y otros) con que se consuelan los más obtusos de entre los burócratas.

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