Reportaje:EL GOCE URBANO

La sangre altera

Dicen que 400.000 madrileños padeceremos desde este mismo instante ese molesto precio impuesto por el buen tiempo llamado rinitis alérgica. Supone dejarnos enrojecer la punta de la nariz como un payaso, sin coartada posible para achacarlo a un feliz baño de sol. Supone ese poll tax de la primera estación del calendario el fenómeno de no poder mantener los ojos debidamente maquillados a causa del constante lloriqueo producido por un prurito sin más razón que el romance floral. Pues bien, podrá combatirse semejante vulgaridad dejando de respirar al menos unos minutos; la semana ofrece al...

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Dicen que 400.000 madrileños padeceremos desde este mismo instante ese molesto precio impuesto por el buen tiempo llamado rinitis alérgica. Supone dejarnos enrojecer la punta de la nariz como un payaso, sin coartada posible para achacarlo a un feliz baño de sol. Supone ese poll tax de la primera estación del calendario el fenómeno de no poder mantener los ojos debidamente maquillados a causa del constante lloriqueo producido por un prurito sin más razón que el romance floral. Pues bien, podrá combatirse semejante vulgaridad dejando de respirar al menos unos minutos; la semana ofrece algunas oportunidades para ello. Hoy mismo, lunes, para algunos santo, para otros sencillamente festivo, se repite la historia anual de ver qué película, qué actor, qué director o qué maniobra de promoción se hace con el Oscar de la academia californiana. En las horas en que cambia el día, 2.35, la segunda cadena de televisión retransmite la solución a las incógnitas que dejarán a muchos sin respirar.Previamente, Telemadrid revisa de nuevo un título de honor en el libro de los clásicos emitiendo la primera parte de El padrino, de Francis Ford Coppola. A la misma hora, 21.30, y en la misma cadena, el martes 26, segunda entrega de la saga de los Corleone.

Para entonces ya sabremos si la tercera ha cuajado alguna de las siete candidaturas a los oscars de Hollywood, que en esta edición, presentada por Bob Hope, rinden homenaje a las vísperas de la invención del cine, honores compartidos entre Thomas Alva Edison y George Eastman. Se cumplen justo 100 años. Dentro de siete, la fiesta será para los hermanos Lumière. La visión de un húngaro

George Eastman fabricó para Edison un negativo sin cortes que posibilitaba la impresión de imágenes consecutivas. Desde entonces nadie firmaría un divorcio entre el cine y la fotografía. Instantáneas del húngaro Nicolás Muller podrán verse sólo hasta el día 31 en el Centro Municipal de Cultura de Pinto. Myriam de Liniers, comisarla de esta muestra, que se ha titulado Imágenes de una vida, añade una razón más para que la exposición se celebre en la localidad de Pinto: "No creo que sólo las grandes ciudades tengan derecho a ver a los grandes autores. Ni que éstos se muestren sólo en los grandes museos". De Muller dijo José Ortega y Gasset que tenía la luz domesticada. El fotógrafo vive hoy retirado en un pueblecito de Asturias, Andrín, repasando sus 76 años mientras nosotros contemplamos lo mucho que le han dado de sí. Nace en una pequeña ciudad húngara. Se doctora en Derecho y Ciencias Políticas. Viaja a París. Contacta con Capa y Brasaï. Buscando el Sur recala en Portugal y Tánger. Llega a Madrid en 1947 para exponer bajo el mecenazgo de la Revista de Occidente. Publica siete libros de fotografía que le ilustran, entre otros, Azorín y Julio Caro Baroja. Se aficiona a lo español, y su nombre es obligado en las antologías de fotógrafos madrileños. Imágenes como la de esa bailarina Tajara podrán verse en Pinto sólo hasta el próximo domingo. Ángela Crespo inauguró el Blas Blues hace sólo cuatro meses. Uno por cada costilla que se quebró haciendo de aplicada alumna de Pepe Gotera y Otilio en el desbarajuste que supone poner en marcha un bar. Es un lugar pequeño y matón, que todavía falta indicar con precisión en los anuncios, "paralelo al 111 de la calle de Atocha".

Universidad de entretiempo

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Vecino de llegadas y partidas de estación, hostales y posadas, el Blas Blues apostó desde el principio por amenizar las noches y activar el riego cultural que nos ha llenado de embolias cierto político madrileño más insensible que la mitad metálica del repetido Robocop cinematográfico.

Como una pequeña ciudad dentro de otra, el Blas Blues tiene su propio campus. Se trata de la Universidad de Entretiempo, fomentada por Moncho Alpuente, catedrático de ética en excedencia en la Universidad de Tijuana, que cada miércoles toma, junto a otros compañeros, el mando de la docencia. Cada uno de los anuncios de tan didáctico entretenimiento se cierra con un sabio proverbio serbio que dice así: "El saber no ocupa lugar si se aprende en el barra del bar".

¿Por qué se llama Blas Blues? Sencillo interrogante. Blas porque está en la calle de San Blas, patrón de las cigüeñas y los merenderos. "Y Blues", cuenta Ángela, "porque entre tanto músico fue la siguiente palabra que se nos ocurrió".

Y así descubrimos a un nuevo santo, patrón de los cantantes negros, san Blues. Por ello era indispensable montar también un escenario, una exposición de fotografías, presentaciones de libros, discos... "para que un bar sea un lugar donde se hacen más cosas que beber". Por allí se mueven desde Jorge Pardo hasta Las Lunares, pasando por el decano de La Codorniz y humorista emérito Pablo San José. Los días 28, 29 y 30 de este mes de marzo, en directo, Mira por Dónde. Todo, en el número 4 de la calle de San Blas.

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