"Hay que acabar con el 'decreto Boyer"

Detrás de todo el proyecto aparece, como sin querer, Enrique Pedrero Cardoso, un confeccionador de revistas que militaba hace 15 años en la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT) -de tendencia maoista- y que no tiene reparos en declararse simpatizante de Izquierda Unida al mismo tiempo que califica a los partidos políticos como formas de organización caducas.

El presidente de Inquilinos habla siempre de cultura de alquileres, y se marca un discurso contra el afán posesivo que inunda la sociedad y conduce irremisiblemente a la compra de pisos. "El individuo es capaz de...

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Detrás de todo el proyecto aparece, como sin querer, Enrique Pedrero Cardoso, un confeccionador de revistas que militaba hace 15 años en la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT) -de tendencia maoista- y que no tiene reparos en declararse simpatizante de Izquierda Unida al mismo tiempo que califica a los partidos políticos como formas de organización caducas.

El presidente de Inquilinos habla siempre de cultura de alquileres, y se marca un discurso contra el afán posesivo que inunda la sociedad y conduce irremisiblemente a la compra de pisos. "El individuo es capaz de crear, de conocer a otras personas, y está frustrado porque no tiene tiempo apenas para otra cosa que no sea trabajar con el fin de pagar una hipoteca". Asegura vivir de una forma austera, con aficiones austeras, pero, eso sí, "libre, muy libre", y con casi todo el tiempo del mundo para volcarse con la Asociación de Inquilinos.

La cultura de alquiler

La cultura de alquiler supondría una mayor movilidad en las relaciones humanas. "Tengo muchos amigos europeos que vienen a España durante seis meses o un año por el placer de conocer algo distinto. Para nosotros, hacer eso es imposible, porque llegas aquí y te encuentras sin trabajo, sin casa y con unos alquileres que es imposible acceder a ellos". Pedrero le paga a un amigo 36.000 pesetas por el alquiler de un piso vallecano donde vive con su compañera y su hijo. "Estoy seguro de que si me voy mi amigo conseguiría tinas 50.000 pesetas, que es un precio inasequible para bastante gente".Enrique se cuida mucho de incurrir en los típicos errores de los partidos políticos. Cuando le llega alguna familia desahuciada para solicitarle información, le suelta la primera frase, como si pusiera en marcha un casete: "No prometemos riada, ni aseguramos que nadie vaya a conseguir una vivienda. Con nuestras okupaciones, lo que intentamos es abolir el decreto Boyer y conseguir viviendas provisionales". Así que el, ramalazo de mesianismo procura quitárselo de encima desde el principio, "y, si alguno se equivoca, allá él".

Renuncias

Precisamente, a la hora de crear la organización, renunciaron al apoyo de numerosas asociaciones para procurar montar el número desde Vallecas. "Que hubiera detrás de todo una cohesión social, de calle, eso es lo que queríamos". Pedrero, habla en un piso okupado, entre cajas embaladas, cartones y colchones. "El mérito nuestro es haber cogido este problema desde su raíz. Estamos trabajando con gente que tal vez no tiene conciencia combativa, pero que es la que padece el decreto Boyer".Pedrero señala las cajas embaladas y asegura que el plan de Leguina para construir 64.000 viviendas "es como esos planes del Opus Dei que siempre se hacían sobre el papel y nunca sirvieron para nada. "Estas familias", dice apuntando con la barbilla los colchones, "lo que necesitan son soluciones inmediatas, no palabrería".

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