Editorial:

Ritmos y riesgos

LA TRANSICIÓN desde un régimen dictatorial en Albania hacia un sistema democrático pasa por sus momentos más críticos. Las últimas manifestaciones anticomunistas, iniciadas el pasado día 20 con el simbólico gesto del derribo de una gigantesca estatua de Enver Hoxa, padre de la patria, dictador y ejemplo máximo del estalinismo, alcanzaron su momento álgido el pasado viernes en un acoso a la Academia Militar por parte de varios centenares de manifestantes. Cuatro muertos -tres civiles y un policía-, numerosos heridos y detenidos fue el balance de los sucesos.El mismo día en que los ciudad...

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LA TRANSICIÓN desde un régimen dictatorial en Albania hacia un sistema democrático pasa por sus momentos más críticos. Las últimas manifestaciones anticomunistas, iniciadas el pasado día 20 con el simbólico gesto del derribo de una gigantesca estatua de Enver Hoxa, padre de la patria, dictador y ejemplo máximo del estalinismo, alcanzaron su momento álgido el pasado viernes en un acoso a la Academia Militar por parte de varios centenares de manifestantes. Cuatro muertos -tres civiles y un policía-, numerosos heridos y detenidos fue el balance de los sucesos.El mismo día en que los ciudadanos albaneses manifestaban su ira por la lentitud de las prometidas reformas poflucas, el presidente, Ramiz Alia, sustituía a seis de los ocho componentes del Gobierno, incluido el primer ministro, Adil Carcani, y advertía a sus conciudadanos del peligro desestabil izad or que corría el país. Las llamadas a la tranquilidad del presidente albanés, su bienintencionado gesto de renovar parcialmente un Gobierno al que los estudiantes responsabilizaban de les males colectivos y la relativa coincidencia del semilegalizado y principal partido de la oposición, el democristiano Partido Democrático, en señalar los peligros que corre el proyecto democratizador de Albania si no se templan los ánimos permiten deducir que el ritmo exigido por los manifestantes es arriesgado en las actuales condiciones.

Desde que el Gobierno albanés proclamó su deseo de participar en la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa, tímida declaración de intenciones respecto a la homologación democrática del régimen estalinista y, en definitiva, intento de acompasar el ritmo reformista al del resto de los países del denominado socialismo real, comenzaron a darse los primeros pasos para realizar unas elecciones políticas pluripartidistas. La primera fecha fijada para los comicios, el 10 de febrero, fue rechazada por la oposición por entender que la celeridad sólo favorecía al Partido del Trabajo (comunista) al monopolizar todos los mecanismos de propaganda y control social. La nueva convocatoria del 31 de marzo permite a la oposición un pequeño respiro para la consolidación de sus estructuras, y con ello se aleja en alguna medida la aplicación de la vieja táctica de que todo cambie para que nada cambie.

Los rumores de un posible golpe de Estado militar, que, por sarcástico que parezca, endurecería aún más la vida política y cotidiana del pequeño país mediterráneo, rio pueden ser desoídos ni por el moderado reformismo de Ramiz Alla ni por la oposición. Es, sin duda, ese peligro el que permite las coincidencias coyunturales en pedir moderación a quienes parecen ya hartos de, esperas y reticencias.

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Una situación económica acorde con el subdesarrollo nacional, miles de emigrantes y exiliados y un respeto a los derechos humanos aún inédito explican suficientemente la ira de los justos. Gestos como el de una amnistía política -lo que favorecería automáticamente a rrilles de ciudadanos- acrecentarían la respetabilidad de Ramiz Alia. El problema es encontrar el ritmo entre lo deseable y lo posible para poder superar casi medio siglo de monolitismo y represión.

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