Editorial:

Poco duró la alegría

LA SUBIDA del 1,2% del índice de Precios al Consumo (IPC) en enero es desalentadora se mire como se mire. Si la previsiones del Gobierno se cifraban en un 5% para todo el año 1991, resulta que en un solo mes ya se ha consumido prácticamente una cuarta parte de lo calculado. Quedan todavía 11 meses para repartirse un aumento del 3,8%, un estrecho margen de maniobra. A ello habrá que sumar el dato de que el aumento del citado índice se produjo con un comportamiento infrecuentemente positivo del sector de la alimentación.El alza de los precios en enero es similar al registrado durante el mismo pe...

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LA SUBIDA del 1,2% del índice de Precios al Consumo (IPC) en enero es desalentadora se mire como se mire. Si la previsiones del Gobierno se cifraban en un 5% para todo el año 1991, resulta que en un solo mes ya se ha consumido prácticamente una cuarta parte de lo calculado. Quedan todavía 11 meses para repartirse un aumento del 3,8%, un estrecho margen de maniobra. A ello habrá que sumar el dato de que el aumento del citado índice se produjo con un comportamiento infrecuentemente positivo del sector de la alimentación.El alza de los precios en enero es similar al registrado durante el mismo periodo en los dos años anteriores: 1,2% y 1%, respectivamente, pero los efectos son peores Con este incremento, la inflación interanual se eleva al 6,7%. Es decir, volvemos a la misma situación del mes de enero de 1990 y a una situación peor que en el mismo mes de 1989, en que la inflación interanual se situaba en el 6,4%. La inflación subyacente, que mide la evolución de los precios sin incluir los productos más dependientes de la coyuntura, como los alimentos no elaborados y los productos petroliferos, registró una subida del 1,8%, con lo que la tasa interanual se sitúa en el 6,8%, un nivel que no se había alcanzado desde hacía once meses.

Los productos no alimentarios se convierten en los principales responsables de la subida, con un alza del 1,8%, y un índice interanual que se sitúa en el 8,4%. Dentro de este apartado algunos grupos de productos o servicios, como los transportes, la vividenda o los servicios médicos, registraron subidas espectaculares. Así, por ejemplo, en un solo mes la vivienda subió el 2,2%; los gastos de medicina, el 4, 1 %; y los de transporte, el 3,3%, lo que sitúa las tasas interanuales de estos grupos entre el 9,5% y el 11%.

El buen sabor que habían dejado los datos del cierre del pasado ejercicio, que situaron la inflación al 6,5% anual, se ha diluido como un azucarillo. Las subidas en estos grupos dan en cierta medida la razón al Banco de España que hace pocos días alertaba sobre las tensiones inflacionistas. Se apoyaba el banco emisor en la evolución del deflactor del PIB -que mide básicamente el encarecimiento de los factores de producción en función de los salarios y beneficios-, señalando que, no se había registrado ninguna mejora y se mantenía en el 7,3%, al igual que el año anterior. Otro aspecto que no se puede soslayar es que la inflación del pasado mes de enero supondrá un aumento en el diferencial con los países centrales de la CEE, que se situaba hasta ahora en torno al 3%.

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Lo inquietante de los datos es que el aumento de los precios en enero pudo ser mucho mayor de no haber sido por un comportamiento extraordinariamente favorable de los alimentos que, como grupo, subieron un 0%. Un dato insólito para el primer mes del año, ya que en los dos ejercicios anteriores sufrió alzas del 1,7% y el 1%, respectivamente. La contenida evolución de la alimentación se debió al notable abaratamiento (le las hortalizas (-9%), la carne de ave, (7%) y de las la carne de ovino (-5%). Con un comportamiento de la alimentación menos atípico la subida habría sido mucho más alarmante.

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