Arrendadores de chabolas impiden realojar a sus inquilinos

"Más dinero, tú pide más dinero". Ésa es la frase de moda en los núcleos de infraviviendas y chabolas de Carabanchel. El Ayuntamiento quiere expropiar las casas en ruinas para hacer un parque, y sus propietarios, "como cualquier hijo de vecino", pretenden sacar más dinero.En los núcleos de Jauja. Josefina Alemania y Manuela Rodríguez, las negociaciones especulativas ya arrastran sus víctimas. Treinta familias de las 130 que malviven en esos barrios están deseando desde hace varias semanas "salir del barro", que es lo que nunca falta en sus puertas.

Mientras la excavadora no convierta en...

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"Más dinero, tú pide más dinero". Ésa es la frase de moda en los núcleos de infraviviendas y chabolas de Carabanchel. El Ayuntamiento quiere expropiar las casas en ruinas para hacer un parque, y sus propietarios, "como cualquier hijo de vecino", pretenden sacar más dinero.En los núcleos de Jauja. Josefina Alemania y Manuela Rodríguez, las negociaciones especulativas ya arrastran sus víctimas. Treinta familias de las 130 que malviven en esos barrios están deseando desde hace varias semanas "salir del barro", que es lo que nunca falta en sus puertas.

Mientras la excavadora no convierta en escombros lo que ahora son casas en ruinas, que pertenecen a 15 particulares, los inquilinos no cogerán las llaves de los pisos flamantes que la Comunidad ha construido en los Altos de San Isidro, situados también en Carabanchel.

El Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) no quiere realojar a nadie sin destruir la casa antigua, porque teme que acudan nuevos moradores y nunca se zanje el problema del chabolismo en el sur de Madrid.

Las tensiones entre inquilinos y propietarios han alcanzado en los últimos días el grado más elevado, y aún podrían incrementarse a partir de hoy, según indicó ayer el responsable del Ivima en la zona sur, Jorge Uturbey.

Los arrendatarios pagan una media de 6.000 pesetas al mes por cada infravivienda

El responsable del Ivirna en la zona sur de Madrid, Jorge Uturbey, asegura que cuando comiencen hoy a derribar una decena de casas y algunos se vayan a sus pisos nuevos, los inquilinos tratarán de presionar aún más. Mientras tanto se puede escuchar cómo los propietarios de infraviviendas intentan convencer a los responsables del Ivima -"Le juro que en mi casa no entra nadie cuando yo la deje, y soy un hombre, y hago valer mi palabra"- mientras éstos cabecean con cara de no me crea nada.Los arrendatarios pagan una media de 6.000 pesetas al mes, que es la misma cantidad que pagarán en las viviendas de los Altos del Retiro.

Jauja es un barriada que linda con la Vía Carpetana, a. la altura del canódromo de Carabanchel. Precisamente, en una fachada próxima a esa vía los automovilistas pueden leer: "Aquí nos comen las ratas", una pintada que sirvió durante mucho tiempo como argumento irrefutable para exigir una vivienda digna. Ayer todos los vecinos, los que se van hoy y los que se quedan, prendieron una hoguera para quemar sus enseres y festejar así las adjudicaciones de pisos.

La quema de muebles es una práctica habitual en los poblados donde se derriba para realojar, pero en Jauja vendrá marcado por la división entre los vecinos. Al margen de los dos o tres que esgrimen que "éste es mi barrio y no me iré en la vida", existe una docena de familias que creen poder ganar más dinero.

Los realojamientos de los núcleo de infraviviendas como Jauja, Josefina Alemania y Manuela Rodríguez forman parte de la "operación escalonada" que inició el Ivima la semana pasada para alojar en los Altos de San Isidro a un total de 534 familias que habitaban en infraviviendas esparcidas por Carabanchel.

El Ayuntamiento de Madrid podría acelerar los trámites por el procedimiento de la expropiación urgente, que consiste en tasar la vivienda, derribarla y esperar después el pronunciamiento judicial. Sin embargo, hasta el momento el método empleado ha sido tasar las viviendas y negociar con los propietarios hasta llegar a un acuerdo.

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