Cartas al director

Pedir disculpas

El día 17 de noviembre pasado, envié a su publicación una carta referente a un paquete que me había llegado desde el Reino Unido con un kilo menos de su peso de origen.El día 27 recibí una atenta llamada telefónica de don Rafael López, de la Jefatura de Servicios Periféricos de Correos. Me informó que, tras publicarse mi carta, acudió a comprobar, junto a otro funcionario de la aduana, el contenido de dicho paquete, resultando lo siguiente:

- El paquete fue abierto, pero con todos los requisitos legales.

- Su contenido coincidía con el registrado en la factura.

- Su peso (...

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El día 17 de noviembre pasado, envié a su publicación una carta referente a un paquete que me había llegado desde el Reino Unido con un kilo menos de su peso de origen.El día 27 recibí una atenta llamada telefónica de don Rafael López, de la Jefatura de Servicios Periféricos de Correos. Me informó que, tras publicarse mi carta, acudió a comprobar, junto a otro funcionario de la aduana, el contenido de dicho paquete, resultando lo siguiente:

- El paquete fue abierto, pero con todos los requisitos legales.

- Su contenido coincidía con el registrado en la factura.

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- Su peso (2,2 kilos) seguía siendo inferior al registrado en origen (3 kilos).

Fui a la oficina de Correos de Rentería. El funcionario encargado del servicio me corroboró la imposibilidad de comprobar, en presencia de un funcionario, el contenido del paquete antes de aceptarlo y pagarlo. Ya en mi comercio, comprobé que en el paquete aparecían, cada una en una bolsa de plástico, las 62 muestras solicitadas. No cabía ya hablar de robo ni de nada por el estilo. En mi carta anterior decía que algunos funcionarios se aprovechan de su trabajo para realizar hurtos y latrocinios de paquetes, revistas y otros objetos. Como entonces no quedó claro, quiero expresar mi convencimiento de que la gran mayoría de los funcionarios es honrada a carta cabal. En ningún momento pretendí generalizar comportamientos delictivos concretos. Quiero pedir disculpas a todos aquellos que hayan podido sentirse indirectamente ofendidos o injuriados (funcionarios, en especial de Correos). A los trabajadores de Correos de la aduana y de la estación de Irún les debo una disculpa particular; les pido además perdón por las graves acusaciones que lancé indeterminadamente contra algunos de ellos. Debo hacer lo mismo con su jefatura directa.

Al releer mi anterior carta he sentido vergüenza y estupor. Su tono resultaba excesivo; las graves acusaciones sustentadas tan sólo en indicios. Lamento el daño causado a personas inocentes y honradas (y a las instituciones implicadas).

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