Cartas al director

Justicia y violación

Víctima en su día de violación y hoy víctima de la sentencia que absuelve y pone en libertad a los individuos que, hace tres años, brutalmente me agredieron en un bar de Getafe, quiero expresar lo siguiente:Que, una vez más, la justicia se lava las manos: a falta de pruebas contundentes absuelve y alega, en favor de los violadores, conceptos erróneos sobre el comportamiento de la mujer, en este caso que no hubo por mi parte la oposición debida, e incluso dando como probado (sólo por el testimonio de parte, de los acusados) que yo propuse realizar con ellos el acto sexual.

Quiero dejar c...

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Víctima en su día de violación y hoy víctima de la sentencia que absuelve y pone en libertad a los individuos que, hace tres años, brutalmente me agredieron en un bar de Getafe, quiero expresar lo siguiente:Que, una vez más, la justicia se lava las manos: a falta de pruebas contundentes absuelve y alega, en favor de los violadores, conceptos erróneos sobre el comportamiento de la mujer, en este caso que no hubo por mi parte la oposición debida, e incluso dando como probado (sólo por el testimonio de parte, de los acusados) que yo propuse realizar con ellos el acto sexual.

Quiero dejar constancia de lo que considero una tremenda injusticia, por lo que me atañe y por extensión a las mujeres en general de este país. Y querría esclarecer algunos puntos en que se basan las sentencias en juicios de este tipo: por un lado, en pretender demostrar, primero, que hubo provocación de la mujer, y cuando ello no tiene base, en dar por sentado que ella, misma accedió voluntariamente. En todo caso, siempre (y a pesar de la legislación vigente que expresamente manifiesta el valor probatorio del testimonio de la víctima), siempre el testimonio de ésta es sospechoso, pues la mujer, por el sólo hecho de serlo, ya es sospechosa para la mentalidad de muchos jueces, y así, aunque teóricamente se dice tenerlo en cuenta, la verdad es que no es nunca así en la práctica, sino que, como en mi caso, se las apaña siempre el juez para producir una versión favorable al violador.

Por otro lado, se suele alegar falta de resistencia por parte de la mujer como eximente de culpa. En el fondo, lo que piden es un cadáver o, en su defecto, restos orgánicos que atestigüen apaleamiento y saña. No es esto lógico, ni debería ser justo, pues el decano de los forenses madrileños, José Antonio García Andrada, aconseja que "la víctima no se defienda, porque la resistencia estimula al violador".

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Por último, quería hacer una llamada a la sociedad, empezando por los jueces, para que se replanteen su mentalidad ante la mujer y ante estos delitos, pues en la actualidad no demuestran preparación suficiente en sus sentencias sobre estos temas (como está documentado en los medios de comunicación), y que, aunque sea simplemente porque la mujer es también ciudadana del Estado, muestren una mayor objetividad y respeto hacia ella en sus sentencias, y que hagan justicia incluso aunque vaya contra sus convicciones.-

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