Incertidumbre electoral en un Berlín sin muro

Una 'gran coalición' se perfila en la ex capital alemana entre socialdemócratas y conservadores

El próximo domingo, Berlín podría dejar de ser roja. Coincidiendo con las elecciones generales en Alemania, los ciudadanos de la ciudad reunificada acudirán también a las urnas para elegir al nuevo Senado y poner fin a la irregular situación actual en la que dos administraciones se reparten la teórica capital alemana. Si a nivel nacional todo parece ya decidido en favor del canciller, Helmut Kohl, y de la actual coalición que gobierna en Bonn, todo lo contrario sucede en la antigua capital prusiana, donde la incertidumbre aumenta conforme se acerca la cita electoral.

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El próximo domingo, Berlín podría dejar de ser roja. Coincidiendo con las elecciones generales en Alemania, los ciudadanos de la ciudad reunificada acudirán también a las urnas para elegir al nuevo Senado y poner fin a la irregular situación actual en la que dos administraciones se reparten la teórica capital alemana. Si a nivel nacional todo parece ya decidido en favor del canciller, Helmut Kohl, y de la actual coalición que gobierna en Bonn, todo lo contrario sucede en la antigua capital prusiana, donde la incertidumbre aumenta conforme se acerca la cita electoral.

Tradicionalmente inclinada hacia la izquierda, tras una serie reciente de gobiernos democristianos, Berlín pareció teñirse de nuevo de rojo hace 20 meses cuando llegó al Ayuntamiento de Schoeneberg el socialdemócrata Walter Momper. La suya fue una victoria inesperada; de hecho ni siquiera ganó las elecciones, pero se vio favorecido por el voto alcanzado por la Lista Alternativa -equivalente berlinés de los Verdes-, lo que le permitió formar la famosa coalición rojiverde y hacerse con el Gobierno.El que se perfilaba como triunfador y gran enemigo personal de Momper, el democristiano Eberhard Diepgen, sufrió en su carne el auge de la extrema derecha. Los Repubklikaner, de Franz Scholenhuber, cabalgaban entonces -a principios de 1989- en la ola del éxito amenazando con desestabilizar la política de la RFA. Berlín, ciudad multirracial y multicultural donde viven la mayoría los turcos instalados en Alemania y en donde más se sentía el problema de la vivienda y el deterioro de la seguridad ciudadana, permitió a los reps sentarse en el Senado y de paso desbancar a la CDU.

La 'batalla de Maguncia'

En la parte oriental, las municípales de mayo consagraron también una coalición rojiverde: SPD y Alianza 90. A todos los efectos es Momper quien ha goberne,do Berlín desde la unificación y quien controla las fuerzas de orden público. Hasta hace 15 días, pese a la tendencia general favorable a la CDU, la antigua capital del Reich parecía confirmarse como un reducto socialdemócrata.Fue entonces cuando estalló el coriflicto de los squatters, los ocupantes de viviendas vacías, que se saldó con la batalla campal de la calle de Maguncia y los posteriores brotes de violencia en toda la ciudad.

La decisión de Momper y de su ministro del Interior, Erich Paetzold, de llamar a las fuerzas especiales de policía de Baja Sajonia y Renania del Norte-Westfalia y a las unidades de élite de la Guardia de Fronteras provocó inmediatamente la ruptura de la coalición. La lista Alternativa se salió del Gobierno.

La presencia de verdes y comunistas renovados del PDS complica bastante las cosas para cualquiera de los dos grandes partidos que quiera gobernar en Berlín tras las elecciones.

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Momper, uno de los más que probables candidatos a suceder a Oskar Lafontaine como el próximo aspirante socialdemócrata a la cancillería, ha querido deshacerse del lastre que para alguien que pretenda hacer carrera en la política alemana supone estar asociado con los extremos, en este caso los Verdes. Se perfila así una gran coalición entre los dos grandes partidos, SPD y CDU, con la que intentar reconstruir la antigua ciudad dividida, cuyos problemas de todo tipo, desde el tráfico a la vivienda, las comunicaciones y los servicios, son de una magnitud sólo abordable con la decidida ayuda del Gobierno federal.

Momper y Diepgen se odian. Sus relaciones no podrían ser peores, y se hace cada vez más evidente según avanza la campaña, llena de descalificaciones y ataques personales. Para Momper, la arriesgada apuesta de enfrentarse con los Verdes y prescindir de ellos podría significar, si su partido no consigue ser el más votado, el apartamiento del poder y, consiguientemente, su oscurecimiento en el contexto de la política alemana.

Si vence, el que seguirá en las tinieblas es el democristiano Diepgen. Su partido ya ha dejado entrever que estaría dispuesto a sacrificarlo en favor de la gran coalición con el SPD, echando mano de otro que mantenga mejores relaciones con el actual alcalde. En cuanto a Tino Schwerzina, el alcalde del Berlín Oriental, como la mayoría de los políticos del Este, se conformará con un buen puesto de senador.

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