Cartas al director

Memoria de Ellacuría

El próximo 18 de noviembre se cumple un año del asesinato de un gran hombre, Ignacio Ellacuría, rector de la Universidad Centroamericana de El Salvador (UCA). Hace un año, un grupo de militares del ejército salvadoreño irrumpió violentamente en las habitaciones de los profesores de esa Universidad, asesinando cobardemente a Ingacio Ellacuría; Ignacio Martín Baró, vicerrector académico; Segundo Montes, director del Instituto de Derechos Humanos; a los profesores Juan Ramón Moreno, Joaquín López López y Amando López, y a las colaboradores de la UCA Elba Ramos y Celina Ramos.No era la primera vez...

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El próximo 18 de noviembre se cumple un año del asesinato de un gran hombre, Ignacio Ellacuría, rector de la Universidad Centroamericana de El Salvador (UCA). Hace un año, un grupo de militares del ejército salvadoreño irrumpió violentamente en las habitaciones de los profesores de esa Universidad, asesinando cobardemente a Ingacio Ellacuría; Ignacio Martín Baró, vicerrector académico; Segundo Montes, director del Instituto de Derechos Humanos; a los profesores Juan Ramón Moreno, Joaquín López López y Amando López, y a las colaboradores de la UCA Elba Ramos y Celina Ramos.No era la primera vez que esta Universidad sufría los ataques del ejército salvadoreño. En julio de 1989, el profesor Ellacuría iniciaba su participación en un curso de verano de El Escorial haciendo alusión a un ataque que dos días antes había sufrido la imprenta de la Universidad. Lo que nadie podía imaginar es que él sería la próxima víctima.

Al profesor Ellacuría le vi personalmente por primera vez en Granada. Había escuchado de este cura y conocía varios de sus artículos; algunos me parecían buenos, y otros, no tanto, pero lo que no cabía duda al escucharle y poder conversar informalmente con él era su grandeza, su humanismo y sobre todo su amor al pueblo de El Salvador, donde había llegado en 1949.

Durante aquellos días en El Escorial discutíamos el tema Cambio y frustración en América Latina; las intervenciones de Ignacio Ellacuría fueron particularmente relevantes para todos los que allí estábamos. Su profunda calidad humana, su lucha por la justicia, sus convicciones pastorales y su compromiso con los desposeídos lo hacían a nuestros ojos un hombre extraordinario.

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La noticia de su muerte golpeó a la opinión pública española y latinoamericana, donde contaba con numerosos amigos. Yo también le consideraba mi amigo... Tal vez él nunca lo supo, pero con su ejemplo y compromiso con los pobres, este jesuita nacido en Portugalete ha dejado una marca indeleble en todos los que tuvimos la suerte de conocer su pensamiento, pero, sobre todo, la suerte de haber conocido al hombre.

El ejemplo de Ignacio y su figura no han muerto, viven en los cristianos, viven en los millones de pobres de América Latina que claman justicia.-

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