Editorial:

Los vástagos de mayo

LAS GENERACIONES, según una vieja idea de Nietzsche, se relacionan de dos en dos: de abuelo a nieto antes que de padre a hijo. Los vástagos de quienes fueron airados héroes del Mayo del 68 han salido estos días a la calle en París para plantear, con no menos ardor, sus propias reivindicaciones ante la generación de sus nadres. la que ahora está instalada. El hecho de que Alain Geismar, principal dirigente entonces del sector maoísta del movimiento, sea hoy un alto responsable del Ministerio de Educación contra el que los escolares dirigen sus protestas resulta suficientemente expresivo ...

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LAS GENERACIONES, según una vieja idea de Nietzsche, se relacionan de dos en dos: de abuelo a nieto antes que de padre a hijo. Los vástagos de quienes fueron airados héroes del Mayo del 68 han salido estos días a la calle en París para plantear, con no menos ardor, sus propias reivindicaciones ante la generación de sus nadres. la que ahora está instalada. El hecho de que Alain Geismar, principal dirigente entonces del sector maoísta del movimiento, sea hoy un alto responsable del Ministerio de Educación contra el que los escolares dirigen sus protestas resulta suficientemente expresivo de la situación. El desconcierto de los padres es comprensible: ellos se manifestaron hace 20 años contra la presencia de la policía en las facultades; sus hijos piden ahora más policía en los institutos.La protesta se inició por la creciente inseguridad -robos, agresiones sexuales, matonismo- existente en los centros escolares. Un fenómeno que no es sólo francés, pero que en ese país se ha visto agravado por el deterioro de las instalaciones y la falta de personal docente y auxiliar. Tanto, que los presupuestos de educación para 1991 contemplan inversiones muy cuantiosas destinadas a mejorar esa situación, en la perspectiva de garantizar la escolaridad hasta los 18 años de al menos el 80% de la población juvenil. Una reforma de considerables dimensiones tanto por su coste económico como por sus efectos sociales.

Ante las primeras protestas, el Gobierno reaccionó comprometiendo la contratación inmediata de un centenar de guardias de seguridad para los institutos más afectados y de un millar de auxiliares no docentes a añadir a los 12.500 nuevos puestos previstos en el plan para 1991. Pero una anécdota resulta reveladora de las dificultades de comunicación inherentes a toda protesta juvenil. Los delegados estudiantiles que habían mantenido conversaciones con responsables del ministerio confundieron la cifra y comunicaron a sus representados que el compromiso del Gobierno era de crear 10.000 (y no 1.000) puestos suplementarios. Añadiendo a continuación: "Es claramente insuficiente". Si la cifra hubiera sido 10 veces mayor, el comentario, seguramente, no hubiera sido diferente.

La posición del adolescente es ambigua por definición. Durante la infancia sus padres le han dirigido dos mensajes acuciantes y claramente contradictorios: aprende a ser independiente dependiendo de nosotros. Enfrentado a la perspectiva de ingreso en un mundo competitivo, aquella contradicción se manifiesta ahora entre la sed de ser, de conquistar una identidad independiente, y la necesidad de integrarse en una sociedad adulta, hecha por otros. De ahí las dificultades de hallar una respuesta a una insatisfacción que por experiencia se sabe que no será saciada sino por el paso del tiempo. Pero si la revuelta juvenil es la expresión de esa insatisfacción que no solucionan las partidas presupuestarias -ni siquiera las preventivas-, ello no exime de la responsabilidad de tomar en serio las reivindicaciones a través de las cuales los adolescentes se esfuerzan por racionalizar su inquietud.

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La demanda de seguridad en la escuela francesa es razonable, como lo es en España la exigencia -expresada en la reciente Asamblea del Consejo de la Juventud- de medidas de choque que favorezcan el abaratamiento de la vivienda. Actualmente, sólo 3 de cada 10 jóvenes consiguen abandonar el domicilio familiar antes de los 30 años. Un asunto bastante más grave que muchos de los que ocupan los afanes de los políticos adultos y al que no es posible responder con meros sarcasmos sobre los cambios generacionales.

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