El arte de no hacer nada

Las expectativas de los mercados de valores se encuentran repartidas en varios frentes, demasiados a juzgar por el desconcierto de unos inversores que han convertido la inactividad en un arte. Si la sesión del lunes rozó el mínimo anual en cuanto a la contratación, en esta última las cosas se van a mover en el mismo terreno, a pesar de que las aplicaciones continúan prodigándose. Ayer fue Barclays quien aparcó un 1% de su capital social, mientras que el resto de las instituciones decidió sumarse a la actitud de los inversores particulares que quizás no sea muy sabia, pero evita tentaciones pel...

Las expectativas de los mercados de valores se encuentran repartidas en varios frentes, demasiados a juzgar por el desconcierto de unos inversores que han convertido la inactividad en un arte. Si la sesión del lunes rozó el mínimo anual en cuanto a la contratación, en esta última las cosas se van a mover en el mismo terreno, a pesar de que las aplicaciones continúan prodigándose. Ayer fue Barclays quien aparcó un 1% de su capital social, mientras que el resto de las instituciones decidió sumarse a la actitud de los inversores particulares que quizás no sea muy sabia, pero evita tentaciones peligrosas. Esta situación es producto directo de una de las carencias de este mercado, como es la ausencia de las operaciones de crédito que permitirían actuar a la baja y aportarían algo de liquidez.La mañana transcurrió con un leve goteo a la baja que se vio frenado ante la tranquilidad con que Wall Street acogió la jornada electoral. Esa tranquilidad permitió al índice sumarse a la inactividad del mercado, aunque para terminar el día con signo positivo fuera necesario que la banca acelerara en los últimos minutos, algo que es ya habitual desde hace tres semanas.

El mercado monetario tampoco aportó ideas, ya que el banco emisor tuvo que seguir inyectando fondos con la penalización habitual.