lzquierda Socialista, contra todos

Toda vez que leguinistas y acostistas han decidido posponer la discusión de sus problemas para su congreso de enero, lo ocurrido ayer fue lo habitual, lo que viene ocurriendo desde hace muchos años: el sector mayoritario defiende la gestión de la comisión ejecutiva federal mientras que los miembros de Izquierda Socialista (IS) se oponen. En síntesis, la inmensa mayoría contra la minoría.Los portavoces de esta corriente, entre otros, Ignacio Sotelo, Manuel de la Rocha y Antonio García Santesmases, tomaron la palabra para debatir los asuntos más espinosos de la organización socialista. Sus inter...

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Toda vez que leguinistas y acostistas han decidido posponer la discusión de sus problemas para su congreso de enero, lo ocurrido ayer fue lo habitual, lo que viene ocurriendo desde hace muchos años: el sector mayoritario defiende la gestión de la comisión ejecutiva federal mientras que los miembros de Izquierda Socialista (IS) se oponen. En síntesis, la inmensa mayoría contra la minoría.Los portavoces de esta corriente, entre otros, Ignacio Sotelo, Manuel de la Rocha y Antonio García Santesmases, tomaron la palabra para debatir los asuntos más espinosos de la organización socialista. Sus intervenciones se recogen en las más de 150 enmiendas que esta corriente ha presentado a las ponencias oficiales del 32º congreso. Así, IS defiende una "convergencia estratégica" del PSOE con la UGT frente a la tesis oficial de este partido como proyecto autónomo. IS defiende también el voto para todos los delegados y no sólo para el cabeza de la delegación, que supone el silencio de la minoría en la elección de los órganos de dirección del partido. A esta tesis se ha sumado Ramón Vargas Machuca.

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García Santesmases hizo una exposición en la que, después de dibujar un periodo de bonanza para el partido y el Gobierno, "estalló el caso Juan Guerra" y se preguntó si la dirección del PSOE había estado a la altura de las circunstancias. Criticó que los órganos de dirección del partido hubieran conocido con varios meses de retraso que el vicepresidente, Alfonso Guerra, hubiera presentado su dimisión al presidente.

En suma, criticó que este asunto hubiera sido "cosa de dos personas" para concluir que ese modelo no es conveniente. Por último, echó de menos "desde la ética de las relaciones internacionales" que los socialistas, además de haber condenado la invasión de Kuwait, no hubieran alzado la voz para decir que "no hay que alinearse con EE UU de forma incondicional". A García Santesmases le hubiera gustado escuchar una reacción así de González y del ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, así como de la Internacional Socialista.

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