Tribuna:

La moral calvinista

Nadie era capaz de explicar dónde se había refugiado el dinero huido de los mercados en los días de máxima desbandada. Nadie hasta el inicio de la sesión de ayer, cuyos primeros compases fueron de escandaloso tumulto. El dinero entraba a espuertas espoleado por una incontinencia temeraria, y hasta se alcanzaron subidas superiores al 30% en los valores de mayor rebote. A media mañana, el 50% de las sociedades cotizadas no había abierto. Por suerte, el sistema informático del mercado, con el tope del 15% para cualquier fluctuación, impidió la locura inicial, y una vez superado el ecuador de la j...

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Nadie era capaz de explicar dónde se había refugiado el dinero huido de los mercados en los días de máxima desbandada. Nadie hasta el inicio de la sesión de ayer, cuyos primeros compases fueron de escandaloso tumulto. El dinero entraba a espuertas espoleado por una incontinencia temeraria, y hasta se alcanzaron subidas superiores al 30% en los valores de mayor rebote. A media mañana, el 50% de las sociedades cotizadas no había abierto. Por suerte, el sistema informático del mercado, con el tope del 15% para cualquier fluctuación, impidió la locura inicial, y una vez superado el ecuador de la jornada, la operativa se normalizó, apareció la contrapartida y hasta se dieron situaciones de equilibrio con altos volúmenes.El dinero, refugiado en los recónditos instersticios de las carteras más"castigadas, no tiene nombre. Después de un derrumbamiento, cuando vuelve a empujar con renovados bríos, se vuelve más anónimo que nunca, Se le suele designar en estos casos con la acepción eufemística de inversión institucional,es decir, los importantes recursos movilizados por los bancos capaces de hundir o reforzar la firmeza del mercado. Los analistas coinciden en que los cambios se han consolidado.

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