GUERRA EN EL GOLFO

El primer ministro kuwaití vaticina que Irak invadirá Arabia Saudí

ENVIADO ESPECIAL "Irak va a invadir Arabia Saudí". Esta predicción catastrofista la hizo ayer el ex primer ministro kuwaití, príncipe Saad Boulha, desde la ciudad saudí de At Taif, donde ha encontrado refugio. El ex primer ministro hermano del emir y heredero del trono, con un aspecto de derrota indescriptible, pidió al mundo "cuanto sea necesario para luchar por todos los medios a fin de liberar y ex pulsar a los agresores de Kuwait".

El príncipe convocó a la Prensa nacional y extranjera en un hotel de esta apacible ciudad de verano, cercana a La Meca. Alertaba así a la opinión pública...

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ENVIADO ESPECIAL "Irak va a invadir Arabia Saudí". Esta predicción catastrofista la hizo ayer el ex primer ministro kuwaití, príncipe Saad Boulha, desde la ciudad saudí de At Taif, donde ha encontrado refugio. El ex primer ministro hermano del emir y heredero del trono, con un aspecto de derrota indescriptible, pidió al mundo "cuanto sea necesario para luchar por todos los medios a fin de liberar y ex pulsar a los agresores de Kuwait".

El príncipe convocó a la Prensa nacional y extranjera en un hotel de esta apacible ciudad de verano, cercana a La Meca. Alertaba así a la opinión pública acerca de lo que él considera un peligro inminente para Arabia Saudí. El ex primer ministro tuvo especial interés en sacar de su in credulidad a la población saudí haciéndole ver que lo mismo que ha sucedido en Kuwait va a suceder aquí.

El príncipe, que dio una larga explicación de cómo se produjo la agresión iraquí, dijo que Sadam Husein tiene los planes trazados y decididos para perpetrar esta nueva acción, y que es preciso detenerlo. Si el bloqueo no funciona, insinuó el príncipe, es lógico que la única opción que queda sea la militar.

Naturalmente, no es ésta una buena noticia para la población de Arabia Saudí, que ya empieza a sentirse preocupada por los problemas que van a presentársele si se ensombrece el horizonte, muy a pesar de los argumentos tranquilizadores de su Gobierno y de la censura impuesta a la prensa nacional.

Ante el temor de la población a una posible escasez de alimentos, las autoridades saudíes han asegurado que el volumen de importaciones de los productos básicos permanecerá de momento inalterable. Estas garantías del Gobierno no logran, a pesar de todo, impedir que muchos ciudadanos tomen precauciones y al macenen en sus domicilios alimentos no perecederos que les permitan sobrevivir en caso de guerra sin depender del racionamiento. Los saudíes, mimados por una extrema da riqueza (más de 30.000 millones de dólares al año ingresados por la venta del petróleo), no han sufrido a lo largo de su corta historia, que apenas alcanza el siglo, la experiencia dramática de una guerra. Ahora se resisten a creer que puedan verse envueltos en ella.

Para sufragar los pasajes de avión que les alejen de la zona del conflicto, algunos refugiados kuwaitíes pusieron a la venta y a precios de saldo sus automóviles, que conducían hasta el día 2 de este mes. El Gobierno saudí les aplica un impuesto del 12% en estas transacciones.

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"Mi coche se lo puede quedar quien guste", dijo a este corresponsal el norteamerl cano Edward Daly, de 58 años, oriundo de Houston (Tejas), después de escapar del horror de Kuwait sobornando con cigarrillos y agua mineral a dos soldados iraquíes apostados en un control. Añadió que su fuga, en una camioneta japonesa en la que le acompañaron un británico y un sueco, pone de manifiesto el grado de baja moral y corrupción de las tropas invasoras. "Más de un soldado se quita el uniforme y quiere escapar, yo lo he visto, y otros roban joyas a las mujeres en la misma calle". Pero lo más deprimente de la situación en Kuwait, según este mismo informante llegado ayer a Dahran, es la propaganda del Gobierno, que dice un día una cosa y al día siguiente la contraria. En cuanto a los focos de resistencia en el interior del país, Edward Daly dijo que son muy escasos y mal organizados. La gravedad de la situación se manifestaría más bien en el problema de abastecimiento de comida, que empieza ya a faltar. Este norteamericano ha sido tratado por el Gobierno saudí desde su llegada igual que los kuwaitíes, y fue alojado en un hotel de cuatro estrellas con los gastos pagados por el erario público. "La generosidad de los saudíes me ha conmovido, ni siquiera tienen prisa de que coja el avión y regrese a Estados Unidos", dijo Daly.

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