Los príncipes de Gales

Fotos de familia en Mallorca

Lady Diana Spencer, esposa del príncipe Carlos, heredero de la corona británica, no abandonó sus gafas de sol, ayer al mediodía en el puerto de Palma, cuando compareció unos minutos ante los 100 objetivos de máquinas fotográficas y cámaras de vídeo que perseguían la imagen del verano en Europa.

Fue una auténtica foto de familia, de familias de la realeza europea, a bordo del yate Fortuna. En la proa, la parte delantera, estaban: los reyes de España y sus hijas, las infantas Elena y Cristina; los príncipes de Gales, Carlos, Lady Di; sus hijos, Guillermo y Enrique. Adem...

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Lady Diana Spencer, esposa del príncipe Carlos, heredero de la corona británica, no abandonó sus gafas de sol, ayer al mediodía en el puerto de Palma, cuando compareció unos minutos ante los 100 objetivos de máquinas fotográficas y cámaras de vídeo que perseguían la imagen del verano en Europa.

Fue una auténtica foto de familia, de familias de la realeza europea, a bordo del yate Fortuna. En la proa, la parte delantera, estaban: los reyes de España y sus hijas, las infantas Elena y Cristina; los príncipes de Gales, Carlos, Lady Di; sus hijos, Guillermo y Enrique. Además asistieron a la sesión fotográfica Constantino y Ana María de Grecia y sus hijos menores, Teodora y Felipe. El príncipe de Asturias estaba ausente porque se encuentra compitiendo en unas regatas de vela en Holanda.

El paisaje que rodeó a Lady Di y a sus ilustres acompañantes respondía al de una bahía que encantó a viajeros románticos y que entusiasma a los regatistas internacionales. El castillo de Bellver y la catedral, al fondo; los dos buques que comunican Mallorca con Barcelona y Valencia, más cerca. Enfrente, toda la ciudad, que vivía un mediodía de un 15 de agosto que en el calendario popular indica una inflexión contundente en las vacaciones de verano. No hacía mucho sol, soplaba un ligero viento de levante. El vestuario de todos los personajes respondía al ámbito y marco escogido: ropa deportiva. Diana de Gales vestía un polo blanco con engarces brillantes. El rey de España, una camisa roja y bermudas. La reina Sofía, una blusa morada y pantalón largo.

Las infantas Elena y Cristina, sus tíos Constantino y Ana María y los cuatro jóvenes hijos de los príncipes de Gales y de la familia real griega, participaban, simpáticos, en la sesión.

Los tres veranos anteriores, 1986, 1987 y 1988, la fotografía del verano se realizó en el interior del recinto del palacio de Marivent. En esta ocasión, la concurrencia de tantos envíados especiales motivó que los servicios de seguridad y prensa de la casa real acotaran una zona del dique del Oeste, muelle utilizado habitualmente por los barcos de la armada de la VI Flota estadounidense en el Mediterráneo. El yate real Fortuna apareció después de una espera que se prolongó casi una hora. Los reporteros británicos desplegaron unos equipos espectaculares. Los periodistas españoles afrontaron el reto de disparar varios carretes en menos de cinco minutos con tácticas más relajadas. La agencia Efe coordina un comando fotográfico con el que podría formarse un equipo de fútbol. Lady Di, oculta tras sus gafas de sol, escondiendo, debajo de su camiseta, el biquini que ya popularizó en años anteriores. Carlos de Inglaterra, con un moreno incipiente y con las cejas viradas al rubio por la acción del sol, lleva ya una semana en Mallorca. El primogénito de Isabel II sostenía con un tirante el aparatoso vendaje y protección de su codo fracturado. Carlos se ha refugiado durante una semana en Son Fortesa, finca de montaña de Mallorca, propiedad de Felip Villalonga, abogado aristócrata, vinculado a clientes árabes, amigo del príncipe Tchocotua, persona muy cercana al rey de España.

Los fotógrafos británicos persiguen el veraneo de la familia real y a sus famosos con un complejo apoyo tecnológico, que va desde barredores de frecuencia de los servicios de seguridad a equipos dé comunicación móviles. Hallar el personaje más atractivo para sus lectores, saber si ha estado en un supermercado o si ha cenado en un restaurante sobre la bahía de Palma no tiene precio.

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