Tribuna:

Lecturas

El verano es época de leer libros. Objetivamente considerado, el invierno es mejor época que el verano para leer libros, pues el frío invita a recogerse en casa, y allí, al calorcillo deL hogar, es donde mejor se disfruta de la lectura. Sin embargo, casi nadie puede, pues en invierno no hay tiempo para nada, y para leer, menos. Por eso es en las vacaciones de verano cuando se programan las grandes sesiones de lectura.No todo el mundo lee igual, desde luego. Hay quienes leen el libro y en paz, mientras hay quienes necesitan escribir acotaciones al margen. Por ejemplo, leen la batalla de Belchit...

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El verano es época de leer libros. Objetivamente considerado, el invierno es mejor época que el verano para leer libros, pues el frío invita a recogerse en casa, y allí, al calorcillo deL hogar, es donde mejor se disfruta de la lectura. Sin embargo, casi nadie puede, pues en invierno no hay tiempo para nada, y para leer, menos. Por eso es en las vacaciones de verano cuando se programan las grandes sesiones de lectura.No todo el mundo lee igual, desde luego. Hay quienes leen el libro y en paz, mientras hay quienes necesitan escribir acotaciones al margen. Por ejemplo, leen la batalla de Belchite y si no están de acuerdo anotan al margen: "¡Embustero, fascista!'. Un libro bien acotado gana mucho. Los mejores acotadores de libros son aquellos que se iniciaron de chavales con los libros de texto. Los chavales no sólo acotan los libros de texto, ,sino que enriquecen sus contenidos. En uno de Religión, donde decía "Maestro, ¿qué debo hacer para ganar el reino de los cielos?", el chaval sustituyó media frase y la dejó así: Maestro ¿qué debo? / Por la caña y una de gambas, 1.000 pelas". En un Florilegio que los curas sacaban de la biblioteca para que lo leyeran los chicos en los ejercicios espirituales, deba . o del epígrafe ¿Cuál es la prueba de la existencia de Dios?, un ejercitando había escrito: "El chorizo". Algunas acotaciones parecen surrealis.tas. En la portadilla de su libro de Inglés, otro chaval escribió: "En caso de incendio, consultar la última página". Le sorprendió el profesor, que se apresuró a consultar la última página, y allí decía: "Gllipollas, sólo en caso de incendio".

La acotación marginal no es la única forma de manifestar el desacuerdo con el autor, por supuesto. Hay otra que consiste en arrojar el libro violentamente al mar. Naturalmente, se puede descalabrar a un bañista, pero entonces va uno y disimula dando brincos y haciendo cabriolas por la playa, como si se hubiera vuelto lila de repente.

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