NOCTURNO MADRILEÑO

'Canguros' de perros

Chino y Fido son dos inseparables perros salchicha. Sin embargo, se acaban de conocer, y no precisamente en el parque donde los pasean sus dueños, sino en casa de su cangura, Fabia, una chica de 15 años que ha decidido unir su amor por los animales y sus ganas de sacarse un dinero de bolsillo para ofrecer sus servicios como cuidadora de "cualquier bicho viviente" este verano. Por una tarifa de 500 pesetas por animal y día -250 si el inquilino es un canario o periquito-, esta estudiante de BUP ha convertido el ático de su madre, en plena calle de Fuencarral, en una pecu...

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Chino y Fido son dos inseparables perros salchicha. Sin embargo, se acaban de conocer, y no precisamente en el parque donde los pasean sus dueños, sino en casa de su cangura, Fabia, una chica de 15 años que ha decidido unir su amor por los animales y sus ganas de sacarse un dinero de bolsillo para ofrecer sus servicios como cuidadora de "cualquier bicho viviente" este verano. Por una tarifa de 500 pesetas por animal y día -250 si el inquilino es un canario o periquito-, esta estudiante de BUP ha convertido el ático de su madre, en plena calle de Fuencarral, en una peculiar guardería canina.

Fabia tiene una jornada laboral de lo más agitado. A primera hora de la mañana, después de limpiar las cunas de gomaespuma de sus huéspedes, tiene que apurarse y poner las correas a Fido, Chino y Sofía, para iniciar el primero de los tres paseos diarios que necesitan estos tres canes para estar en forma. De vuelta a casa, esta "mamá de alquiler para animales", como ella misma se define, coge el Metro en la estación de Gran Vía y se baja en Atocha, donde ya la espera impaciente... su cliente externo, al que saca otras tres veces al día, por imposibilidad fisica de su anciana dueña.

Ritual de paseos

Sobre las doce del mediodía y las ocho o las nueve de la noche, Fabia repite este ritual en que ha convertido sus vacaciones escolares. "Tenía ganas de hacer algo productivo este verano, y se me ocurrió que nada mejor que cuidar animales en mi propia casa, con la complicidad de mi madre, claro, porque, si no, sería imposible convencerla de que me dejara usar nuestro domicilio como albergue y escenario para las correrías de los perros y demás mascotas domésticas que pueden venir", dice Fabia.

Como ella, otros jóvenes madrileños se anuncian esporádicamente este verano en las publicaciones de avisos ofreciendo los mismos o parecidos servicios. "Es un trabajo muy gratificante para as personas que amamos a los animales, y, desde luego, no se hace con ánimo de lucro, dado que es imposible hacer negocio con unas tarifas tan bajas y un local de plazas tan absolutamente limitadas como es mi propia casa", señala Fabia.

Las personas que contratan estos servicios suelen viajar por necesidad o por vacaciones, y se preocupan mucho de cómo y a quién dejan sus animales. Según comenta uno de estos cuidadores de alquiler, los primeros días de la estancia del animal en casa ajena, los dueños llaman varias veces para ver si su perro está bien, come como debe o está dando mucha guerra, y, en muchas ocasiones, suelen pedir que su mascota se ponga al teléfono, para comprobar si sus ladridos son todo lo alegres y saludables que cabe esperar.

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La Sociedad Protectora de Animales de Madrid no ve con buenos ojos esta modalidad de acogida temporal de perros en la ciudad y, a través de su portavoz, María Luisa Pallás, recomienda el ingreso de estos animales en residencias especializadas "que garanticen la correcta alimentación, cuidado y atención sanitaria que necesitan".

"Nosotros no somos veterinarios, pero estoy segura de que el personal de una residencia no puede dedicar ni la mitad de tiempo, cariño y atención que una persona como yo, que ofrezco mi casa y todo mi tiempo para dedicárselos a mis peculiares clientes", replica Fabia, quien, en su primer mes de experiencia, confiesa un solo fracaso: la evasión de un canario que acababa de llegar al hotel zoológico en que ha convertido su casa.

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