Reportaje:

Los médicos del rock

Jóvenes especialistas vigilan, detrás de las bambalinas, la salud de los divos de la música

Son los divos más divos de toda la música rock. Sus conciertos están llenos de exigencias, de lujos y caprichos, en ocasiones estrambóticos, pero que sus fans comprenden o perdonan generosamente. Sus giras mueven millones y por eso ordenan, dictadores, que todo esté a punto, sin el menor fallo. Entre las peticiones, nunca falta la de aquellas personas que tienen que asegurar sus cuidados médicos: la afonía repentina, el dolor de cabeza o de muelas, la alergia, cuando no malestares mayores. Ellos, los médicos del rock, permanecen discretos, generalmente sin bata blanca, detrás de las bambalinas...

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Son los divos más divos de toda la música rock. Sus conciertos están llenos de exigencias, de lujos y caprichos, en ocasiones estrambóticos, pero que sus fans comprenden o perdonan generosamente. Sus giras mueven millones y por eso ordenan, dictadores, que todo esté a punto, sin el menor fallo. Entre las peticiones, nunca falta la de aquellas personas que tienen que asegurar sus cuidados médicos: la afonía repentina, el dolor de cabeza o de muelas, la alergia, cuando no malestares mayores. Ellos, los médicos del rock, permanecen discretos, generalmente sin bata blanca, detrás de las bambalinas, pero son los responsables de que ningún problema sanitario moleste a los divos o a su troupe.

El día del concierto de Bruce Springsteen, el boss (mandamás) buscaba desesperado su remedio habitual para un dolor de cabeza que amenazaba con darle el concierto una hora antes de comenzar. No daba con ello, debido al cambio de nombre de los medicamentos de unos países a otros. Tras ser llamados a consultas por el Propio Springsteen, los médicos Antonio Gil-Nagel y José Antonio Serra, el problema se resolvió felizmente con un sustitutivo local del medicamento americano.Gastroenteritis

Antonio Gil-Nagel, neurólogo de 30 años, fue el encargado, junto con José Antonio Serra, geriatra de la misma edad, de velar por la salud de los Rolling Stones en sus conciertos madrileños del 16 y 17 de junio. Se instalaron en el estadio Vicente Calderón días antes de los conciertos, y permanecieron allí hasta que, en la madrugada del domingo 17 de junio, se desmontó el complejo escenario que utilizaba el grupo.

Gil-Nagel y Serra fueron también reclamados para tratar a Bill Wyman de una gastroenteritis, y "resultó que lo que tenía era un simple catarro". El remedio sirvió, de paso, para uno de los saxofonistas del grupo, que alegó sufrir la misma dolencia.

Lo habitual es que los artistas no traigan sus propios galenos y que éstos sean contratados por los organizadores o los promotores de la gira en cada ciudad que visitan. El trabajo de estos cuidadores, en su mayoría treintañeros y con dominio del idioma inglés, consiste en seguir todo el proceso de preparación y ejecución del concierto. Ellos tienen que estar a pie de obra cuando llegan los operarios a descargar los remolques, y permanecer allí "desde que se pone el primer tornillo hasta el último".

En el concierto de Springsteen, el saxofonista Clarence Clemons necesitaba una inyección de vitaminas que suele ponerse habitualmente. Después de recorrer todo Madrid y dar con el complejo más parecido, resultó que lo único que en realidad necesitaba era un practicante que le administrara la inyección, ya que él viajaba con su propio minibotiquín.

Problemas de alergia

Si familiares o acompañantes de las estrellas tiene algún problema, los médicos del rock también se ocupan de ellos, como sucedió con la mujer del Stone Keith Richards, quien, durante su estancia en Madrid, padeció molestias de tipo alérgico en los ojos. El dolor de muelas de uno de los productores ingleses fue mitigado con un analgésico, en espera de tener un poco más de tiempo en otra ciudad y poder tratarlo en profundidad. "No se les puede someter a tratamientos a largo plazo, porque no hay tiempo; sólo se les puede administrar remedios para el momento", afirma Gil-Nagel.

Los medios con los que cuentan son su propio equipo (quirúrgico portátil, medicamentos), las instalaciones y el personal sanitario del estadio, y el material y los ayudantes técnicos sanitarios (ATS) de Protección Civil (ambulancias medicalizadas), aunque esto varía un poco según los casos.

La mayoría de las consultas que tratan estos profesionales; están relacionadas con las labores de montaje (brechas en la cabeza, heridas abiertas por corte, virutas en los ojos, etc). "Todos los accidentes que se producen en esa fase del trabajo se podrían evitar si los operarios usaran casco", según afirma Jorge Fanlo, internista de 32 años, que, junto con Julio del Ama, se ocupó del concierto de Prince en Madrid el 22 de julio. En ese concierto, como sucede habitualmente en los demás, tuvieron que atender a algunos espectadores, tarea encomendada a Protección Civil, pero en la que colaboran ellos si es necesario.

El Príncipe supervisó entre bastidores el montaje de todas las instalaciones y otras actividades antes del concierto, incluso las sanitarias, pero no requirió los servicios de los galenos en ningún momento. Fanlo y Del Ama trabajaron en ese concierto unas 80 horas, a veces uno solo, a veces los dos (durante el concierto y el desmontaje, "momento en que hay más riesgo de accidentes, por trabajar a un ritmo más acelerado, impuesto por la prisa en trasladarse a otra ciudad").

Las necesidades de Tina

Una característica común que apuntan todos los médicos es que no suelen hablar directamente con los artistas, excepto en el caso de que sean amigos -como Fanlo y Del Ama cuando trabajaron para Mecano en septiembre de 1989-, o que el famoso de turno les requiera en persona. El productor o el representante es el encargado de transmitir sus más mínimos deseos.

Tina Turner fue un caso especial. Exigió, para su concierto del 4 de julio en Madrid, un médico que le dedicara su atención en exclusiva. F. L., de 31 años, médico de familia, que prefiere mantener su nombre en el anonimato, y que trabaja en un gran centro público madrileño, permaneció en la puerta del camerino de la cantante durante todo el espectáculo, sin poder ver la actuación de su paciente, ya que ésta pedía que estuviera listo en todo momento para cualquier eventualidad.

Una ambulancia preparada en una puerta de acceso directo desde el escenario fue también exigida por Turner. Este doctor permaneció en la plaza de las Ventas hasta que se terminó de embalar todo el material. En ese periodo atendió alguna caída y una contusión costal. Uno de los caídos se fue directamente al hospital Gregorio Marañón, tras lo que apareció con un flamante informe médico que hubo que traducirle al inglés. Se le recomendaba reposo y un analgésico de uso muy común en nuestro país, que, según F. L., "se negó a tomar, debida a que no se fiaba de los medicamentos españoles".

F. L. suele trabajar con un amigo, V. P., otro internista de 30 años, desde los tiempos en que ambos cargaban y descargaban los camiones de los artistas que ahora atienden. De aquellos tiempos, recuerdan uno de los primeros conciertos de Police en el campo del Moscardó: "eran los más quisquillosos; no dejaban que nadie permaneciera durante su actuación detrás del escenario, ni por los alrededores", cosa habitual en otros divos. Este año les ha tocado trabajar para Madonna, la rubia más ambiciosa de la temporada, durante su actuación en Madrid el 27 de julio.

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