Un fallo en Ias jaulas del 'zoo' provocó el ataque de un león a su cuidador

Lucio García Trenado, de 64 años, se jubila el próximo mes de octubre tras 18 años como cuidador jefe de animales en el Zoológico de Madrid. Todas las especies, salvo las serpientes, se someten a diario a su jurisdicción. Pero El Grande, un macho reproductor de la camada de leones del Atlas, se cruzó el pasado martes en su camino y desató el mayor accidente de la historia del zoo madrileño. Un fallo -aún no aclarado- en el complicado sistema de compuertas y jaulas propició el encontronazo del león berberisco con un ser humano. Con el cuerpo cosido a zarpazos y dentelladas, García...

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Lucio García Trenado, de 64 años, se jubila el próximo mes de octubre tras 18 años como cuidador jefe de animales en el Zoológico de Madrid. Todas las especies, salvo las serpientes, se someten a diario a su jurisdicción. Pero El Grande, un macho reproductor de la camada de leones del Atlas, se cruzó el pasado martes en su camino y desató el mayor accidente de la historia del zoo madrileño. Un fallo -aún no aclarado- en el complicado sistema de compuertas y jaulas propició el encontronazo del león berberisco con un ser humano. Con el cuerpo cosido a zarpazos y dentelladas, García convalecía ayer en la habitación 3.608 del Hospital Clínico. "Me repetía a mí mismo", recuerda el cuidador, "que tenía que permanecer inmóvil".A las nueve de la noche del martes, el zoo ya había cerrado sus puertas al público. Los animales acudían a la llamada de la comida que les aguarda en sus cobijos; después caen las guillotinas enrejadas que les aíslan del exterior hasta el día siguiente.

Llegada providencial

Durante 20 minutos, los abrazos del león estuvieron a punto de acabar con la vida del hombre que le proporcionaba su ración de cinco kilos de carne de vaca. "Llegué a desear que me rebanara los sesos para que acabará el sufrimiento", se excusaba, mientras una enfermera le cambiaba ayer los vendajes. La oportuna llegada de sus compañeros de trabajo evitó que fuera devorado.

Una portavoz del zoológico achacó también el accidente a un falló en el cierre de las jaulas. "No facilitaremos una versión oficial hasta que hablemos con Lucio", se justificaba ayer ante el acotado de los leones.

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"Estoy deseando volver pronto al zoológico", dice el cuidador

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Unas 45 trabajadores dependen de Lucio García, jefe de cuidado res del zoo, a quien el mordisco de un mono ya le tuvo un mes aparcado en el hospital. "Estoy deseando recuperarme para rein corpora rme pronto al zoo, antes de la jubilación", aseguraba ayer.

A la puerta de su habitación del hospital, Lorenzo García Ro mero, de 33 años, criticaba que su padre no tenga "plus de peligrosidad". García Romero, delegado de CC OO en unos grandes almacenes, insinúa que las condi ciones de seguridad en el zoo no son las adecuadas y que su padre llegó a advertir al jefe de mante nimiento del zoológico que las guillotinas de las jaulas estaban en mal estado. "No es la primer vez que mi padre sufre heridas en su trabajo", precisa, "los búfalos le arrollaron hace unos años".

Hombre de campo

El Grande había llegado a la Casa de Campo desde el zoo de Washington hace siete años, cuando apenas era un cachorro. Lucio García vino a Madrid en 1972 desde Mesa de Ibor (Cáceres). Hombre de campo y avezado cazador de conejos, no dudó en aceptar un empleo que conjugaba un sueldo decente con su pasión por los animales.

"Vine a buscar trabajo y acepté el empleo de cuidador en el zoológico que acababa de abrirse en Madrid", explicaba en el Clínico de San Carlos. Los vendajes supuran y un mechón de su cabello cano ha adquirito un tinte pelirrojo. Bajo su axila izquierda faltan varios centímetros cuadrados de paquete muscular y, entre esparadrapos, esconde los dedos descarnados. Hoy pasará de nuevo por el quirófano.

El predecesor de Lucio García como capataz, Ángel Moral Martínez, de 66 años, reconocía ayer en el hospital Clínico, donde visitaba a Lucio García, que ha sufrido "más cornadas que un torero". Una leona se cruzó también en su camino. La sangre fría y una estaca que introdujo en la boca del animal le salvaron.

El león del Atlas o berberisco, de melena negra y gran tamaño, ha desaparecido de su espacio natural del Magreb. La Casa Real de Marruecos mantiene una reserva natural para garantizar su supervivencia y también hay ejemplares en los zoológicos de Rabat y Fránkfurt.

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