Tribuna:

Nos huyen

Los industriales del turismo presagian un verano catastrófico. Junio fue de pena y julio se presenta fatal, con una ocupación de un 15% inferior a la del año pasado. El exceso de oferta va a dejar vacía la mitad de las camas. Agosto podría colmar los temores de ruina de todo un sector.Nuestro litoral se ha convertido en un solarium alfombrado de colillas entre humos y estrépito, junto a una acequia contaminada. También somos el bar de Europa para los gamberros, con bebida de garrafa a precio de la otra, servida en la suciedad de los pueblos típicos.

Las masas aún no se han rebela...

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Los industriales del turismo presagian un verano catastrófico. Junio fue de pena y julio se presenta fatal, con una ocupación de un 15% inferior a la del año pasado. El exceso de oferta va a dejar vacía la mitad de las camas. Agosto podría colmar los temores de ruina de todo un sector.Nuestro litoral se ha convertido en un solarium alfombrado de colillas entre humos y estrépito, junto a una acequia contaminada. También somos el bar de Europa para los gamberros, con bebida de garrafa a precio de la otra, servida en la suciedad de los pueblos típicos.

Las masas aún no se han rebelado contra su condición gregaria, pero sí contra su maltratada circunstancia. A nadie debería sorprenderle que rehúsen ahora ser empaquetadas hacia el sur, ni siquiera en liquidación especial.

Entre los afectados por la crisis no existe unanimidad acerca de las razones que la motivan. Unos le echan la culpa al buen tiempo reinante en Europa, donde luce el sol y hace calor. Eso animaría a la gente a quedarse quieta. Repiten que por ahí son más pobres que por aquí, y desde luego menos despilfarradores. Para lo que ofrecernos, cobramos demasiado. Si pican una vez, la siguiente huyen.

Desde las azoteas de los altos edificios playeros todos gritan: "¡Que vengan de una vez los turistas con alto poder adquisitivo! ¡Los esperamos aquí!".

Los esperamos con tina infraestructura pésima. Unas carreteras de horror. Urbanizaciones siempre a medio terminar, donde es mínima la vigilancia y son víctimas seguras de robo. Los esperamos con servicios pésimos de recogida de basuras, correos, teléfono y agua. Los esperamos con malos modales y mal humor. La verdad es que, además de esto, España resulta ya muy demasiado cara para el turista pobre y no acaba de apetecer, por sus deficiencias crónicas, a los turistas ricos.

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