Tribuna:Italia 90

Dos cosas a la vez

El portero preferido de Madonna, Zenga, se ha unido anoche al club de los que no pueden mascar chicle y hacer otra cosa a la vez; en su caso, parar goles. Los italianos sí pueden duplicarse. Rotos de desilusión, frustrados y doloridos, se echaron a la calle no para festejar, sino para hacerse mutua compañía. El centro de Turín protagonizó hermosas escenas de perdedores que intercambiaban toques de claxon sin chulería ni revanchismo. Sólo parecían querer decirse: estamos aquí, derrotados, pero enteros.De vez en cuando, grupos de jóvenes con la banderas y la expresión a media asta arrancaban a c...

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El portero preferido de Madonna, Zenga, se ha unido anoche al club de los que no pueden mascar chicle y hacer otra cosa a la vez; en su caso, parar goles. Los italianos sí pueden duplicarse. Rotos de desilusión, frustrados y doloridos, se echaron a la calle no para festejar, sino para hacerse mutua compañía. El centro de Turín protagonizó hermosas escenas de perdedores que intercambiaban toques de claxon sin chulería ni revanchismo. Sólo parecían querer decirse: estamos aquí, derrotados, pero enteros.De vez en cuando, grupos de jóvenes con la banderas y la expresión a media asta arrancaban a correr y gritar y, entonces, los policías se ponían nerviosos y hacían ulular las sirenas. En teoría, están en Turín para contener a la hinchada inglesa, pero no les arredra el simple detalle de la nacionalidad del contrario.

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Italia se preparó anoche para amanecer sin esperanza, pero con el orgullo de ser una buena anfitriona del Mundial. Tantas perspectivas extrafutbolísticas cifradas, como siempre, en una simple copa de metal se han visto reducídas de nuevo a cenizas. Habrá que afrontar la realidad: la magnífica organización arropará el triunfo de otros. Pavarotti cantará en vísperas de la victoria ajena.

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