Cartas al director

Góngora y Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa le contaba al enviado especial de EL PAÍS (19 de junio de 1990) cómo durante su campaña electoral "sólo leía, prácticamente, poesía, y poesía muy dificil, que me permitiera concentrarme mucho en mundos perfectos, en los que no hubiera nada ni sucio ni feo. Por eso leía los versos de Góngora, y, sobre todo, sus sonetos". Dejando atrás los jocosos (y ojosos) sonetos sobre el sucio Esgueva y el estiércol vallisoletano, basta recordar los siguientes versos para comprender la gran distancia que hay entre la labor perfeccionante del sonetista cordobés y los mundos perfectos que su...

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Mario Vargas Llosa le contaba al enviado especial de EL PAÍS (19 de junio de 1990) cómo durante su campaña electoral "sólo leía, prácticamente, poesía, y poesía muy dificil, que me permitiera concentrarme mucho en mundos perfectos, en los que no hubiera nada ni sucio ni feo. Por eso leía los versos de Góngora, y, sobre todo, sus sonetos". Dejando atrás los jocosos (y ojosos) sonetos sobre el sucio Esgueva y el estiércol vallisoletano, basta recordar los siguientes versos para comprender la gran distancia que hay entre la labor perfeccionante del sonetista cordobés y los mundos perfectos que supone la exquisita sensibilidad del fracasado candidato neoliberal a la presidencia de Perú."... el engaño con la corte mora, / y cortesano sucio os hallo ahora, / siendo villano un tiempo de buen talle. / Todos sois condes, no sin nuestro daño; / dígalo el andaluz...".

Si el culteranismo gongorino pudo ser desestimado por Juan de Mairena, no cabe duda de que a Antonio Machado le hubiera inspirado repugnancia el preciosismo cosmopolita-marbellí.-

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