Demasiados venados

En las 15.000 hectáreas del monte de El Pardo se da la mayor densidad de águilas imperiales en el mundo, con índices superiores a Doñana. Aunque desaparecieron en el transcurso de la historia sus antaño famosos osos, y ya en este siglo los lobos y los linces, existen la nutria, el buitre negro y numerosas rapaces, además de ser un punto de descanso e invernada para miles de anátidas, grullas, águilas pescadoras o la rarísima cigüeña negra.Pero la misma fauna del monte se ha convertido también en enemigo del preciado bosque. Según las conclusiones de la Plataforma para la Defensa de El Pardo, l...

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En las 15.000 hectáreas del monte de El Pardo se da la mayor densidad de águilas imperiales en el mundo, con índices superiores a Doñana. Aunque desaparecieron en el transcurso de la historia sus antaño famosos osos, y ya en este siglo los lobos y los linces, existen la nutria, el buitre negro y numerosas rapaces, además de ser un punto de descanso e invernada para miles de anátidas, grullas, águilas pescadoras o la rarísima cigüeña negra.Pero la misma fauna del monte se ha convertido también en enemigo del preciado bosque. Según las conclusiones de la Plataforma para la Defensa de El Pardo, la población de herbívoros -venados, gamos y jabalíes-, como consecuencia de unos planteamientos más propios de granja cinegética aplicados para el monte desde la época del general Franco, ha alcanzado densidades insostenibles para el medio. "Más de 18.000 cabezas de venado, en una densidad demográfica por hectárea 10 veces superior a lo deseable, están comiéndose auténticamente la cobertura vegetal del futuro parque", explica Santiago Castroviejo, director del Jardín Botánico, "con grave incidencia en la flora y el arbolado".

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La excesiva abundancia de gamos, con su pisoteo masivo, está generando unos mismos procesos de erosión comparables a los de un Pardo invadido por legiones de domingueros. Las zonas más gravemente afectadas, según los científicos, se localizan en torno al arroyo de Tejada, la zona del Manina y los llamados llanos del Tormea.

Por si esto fuera poco, una delicada enfermedad vegetal ha comenzado a afectar a muchas centenarias encinas, la línea de alta tensión que atraviesa en diagonal el monte causa múltiples bajas entre las aves rapaces y en las inmediaciones del embalse de El Pardo se siguen efectuando ejercicios de tiro por parte de los militares que nadie controla.

En cuanto a las 900 hectáreas de monte abiertas al público en 1978 por parte del Patrimonio Nacional, constituyen hoy espacios destruidos ecológicamente, con aparición de varios vertederos industriales incontrolados en el área y la erosión galopante de un suelo definitivamente malherido por el trasiego y el tráfico rodado.

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