Cartas al director

Funesto contacto

Desde mi llegada a España para estudiar en la Universidad de Córdoba (Facultad de Filosofía y Letras), el ambiente escolar me ha parecido hospitalario e inmensamente informador. Soy consciente de los prejuicios que siempre lleva un extranjero a tierra ajena, aunque a la vez mi familiaridad con ciertas vertientes del pensamiento español no me pintaría como guiri típico. Pues, bien cabe la nota que no sólo en Córdoba, sino también en otros sitios que he visitado, encuentro una corriente sorprendente en la pedagogía universitaria en este país. Es bastante frecuente que alumnos americanos c...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Desde mi llegada a España para estudiar en la Universidad de Córdoba (Facultad de Filosofía y Letras), el ambiente escolar me ha parecido hospitalario e inmensamente informador. Soy consciente de los prejuicios que siempre lleva un extranjero a tierra ajena, aunque a la vez mi familiaridad con ciertas vertientes del pensamiento español no me pintaría como guiri típico. Pues, bien cabe la nota que no sólo en Córdoba, sino también en otros sitios que he visitado, encuentro una corriente sorprendente en la pedagogía universitaria en este país. Es bastante frecuente que alumnos americanos choquen aquí con arraigadas soberbias despreciativas respecto a las sociedades indígenas americanas, siendo aquéllas un dejo tóxico de la época colonial. Pero esta perspectiva histórica, digamos, si queremos citarla tan honradamente, además va amenazando a los estudiantes españoles de ma, nera quizá más duradera y venenosa que los residuos aterrorizantes que almacenan en Cabril o en cualquier otro lugar de este alrededor. ¿Por qué? Porque resulta de esta ofuscante soberbia un constante límite de discurso escolástico real.Puede ser que cada esfuerzo de reconocer el mundo americano indígena -un mundo casi completamente derrumbado por la ruptura conquistadora- tiene que aceptar de antemano su censura mordaz frente al orgullo insensible profesoral. Éste va expresado diariamente en los balbuceos de una u otra boca, en las supuestas sedes de sabiduría. Aquellos profesores, sean sudorosos en el argumento, que se enfurecen de rabia por tratar de justificar la empresa de la forzada colonización española ya noparecen letrados, sino desquiciados.

Enfrentándonos con el año 1992 de Sevilla, habrán transcurrido 500 años desde el funesto contacto entre españoles y los habitantes del llamado nuevo mundo. Y todavía los estudiantes en España vamos padeciendo estas injustas ideologías que pasan por alto la supresión despobladora y toma violenta que realmente era la colonización de América.

Si no fuera tan increíblemente culpable esta negligencia de vista, aun en las aulas universitarias españolas, sería cosa cómica.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En