Cartas al director

Pipas y palomitas

El pasado mes de enero tuve la ocasión (o la suerte, si cabe) de visionar una película que proyectaban concretamente en un cine de Madrid.Tengo que decir que soy un cinéfilo empedernido y quizá ese sea el motivo por el cual me dirijo a ustedes: no voy a entrar en detalles concernientes a dicha película; sí tengo que decir que me pareció "preciosa" y oportuna. (El reciente oscar obtenido a la mejor película extranjera corrobora mi interés).

Naturalmente me estoy refiriendo al filme Cinema paradiso, pues bien, supongo que la mayoría de las personas que tengan aproximadamente...

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El pasado mes de enero tuve la ocasión (o la suerte, si cabe) de visionar una película que proyectaban concretamente en un cine de Madrid.Tengo que decir que soy un cinéfilo empedernido y quizá ese sea el motivo por el cual me dirijo a ustedes: no voy a entrar en detalles concernientes a dicha película; sí tengo que decir que me pareció "preciosa" y oportuna. (El reciente oscar obtenido a la mejor película extranjera corrobora mi interés).

Naturalmente me estoy refiriendo al filme Cinema paradiso, pues bien, supongo que la mayoría de las personas que tengan aproximadamente mi edad y más mayores habrán sentido lo mismo que yo al verla. El cine tan entrañable y querido de ese pueblo (en la ficción) es el cine nuestro y el de todos. El de toda la vida, el de programas dobles interminables, el de olor a palomitas de maiz y pipas de los domingos. Ese cine está desapareciendo ya. Y está convirtiéndose en la mayoría de los casos en bingos y discotecas.

Yo pediría desde mi butaca de humilde y fiel espectador que, por favor, no sigan destrozando una parte tan querida de la vida de todos nosotros. ¿Nostalgia? Sí. Y si el progreso tiene que ser tan implacable, que tarde un poco más en llegarnos. El cine es cultura (aunque alguno no lo sepa). Miles de personas le han dedicado su vida por entero con el único afán de entretener a los demás. Respetémoslo.-

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