Un español, en la 'batalla de Trafalgar'

El encarcelamiento de Mario Turégano puede violar un tratado hispano-británico

La aparente violación por parte de las autoridades británicas del convenio consular bilateral hispano-británico, y otro europeo sobre protección de los derechos humanos, concluyó con la condena a 28 días de cárcel de un turista español, envuelto inesperadamente en los violentos disturbios que el sábado asolaron Londres. El juez británico que impuso la condena pareció basar su carácter ejemplificador en un dato falso.

Mario Turégano y Cristina Soria, estudiantes de Artes y Oficios, de 22 y 21 años de edad, se vieron sorprendidos en medio de Regent Street por unos disturbios cuya razó...

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La aparente violación por parte de las autoridades británicas del convenio consular bilateral hispano-británico, y otro europeo sobre protección de los derechos humanos, concluyó con la condena a 28 días de cárcel de un turista español, envuelto inesperadamente en los violentos disturbios que el sábado asolaron Londres. El juez británico que impuso la condena pareció basar su carácter ejemplificador en un dato falso.

Mario Turégano y Cristina Soria, estudiantes de Artes y Oficios, de 22 y 21 años de edad, se vieron sorprendidos en medio de Regent Street por unos disturbios cuya razón de ser desconocían. Como el típico turista español, habían pasado la mañana sabatina en Portobello y tomado el sol vespertino en Hyde Park."Camino de casa nos encontramos con ello [los destrozos causados por los manifestantes]. Estuvimos mirando un rato y haciendo fotos hasta que faltó luz. Era increíble. Vimos un escaparate roto y cogimos dos frascos de colonia, que Mario metió en la cesta de la bici. De repente empezaron a llegar policías. Nos registraron muy rápido y empezaron a revolver en la cesta. No encontraban nada y Mario les entregó los frascos. Se pusieron a empujarle y a gritarle. Mario se asustó. No dijo nada porque no sabe inglés y no entendía lo que le decían", cuenta una Cristina que ofrece la pura imagen de la candidez.

Mario desapareció en una furgoneta policial y Cristina no dio con él hasta la tarde del domingo tras recorrer y telefonear a numerosas comisarías. "Le metieron en una celda muy pequeña en la que estaban cinco en un colchón en el suelo", dice.

Hasta que Sonsoles, hermana de Cristina, que estudia un master de Economía en Londres, no habló el lunes con el consulado, las autoridades españoles desconocían la peripecia de Turégano. El Gobierno británico había violado el artículo 26 del convenio consular bilateral que obliga a informar "sin dilación cuando un nacional ( ... ) se halle detenido en calidad de procesado o privado de libertad".

Error de traducción

Mario fue interrogado durante el fin de semana en presencia de una intérprete con la que, dice Cristina, tuvo discusiones y que según el sumario, tradujo Escuela de Artes y Oficios como academia militar, un error que luego se iba a descubrir decisivo. Turégano y la abogado que le puso el consulado no tuvieron tiempo el lunes de analizar la denuncia que hubiese servido, entre otras ventajas , para deshacer el malentendido.La intérprete consular tampoco pudo intervenir en la vista que el juez Roger Davis, en presencia de otra intérprete y en unos cortos minutos, saldó con una sentencia que pretendió ejemplar. "Usted debería conocer la diferencia entre el bien y el mal especialmente después de haber pasado en España dos años de preparación militar. Eso imparte disciplina, algo de lo que nosotros necesitamos en este país".

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Davis tenía a otros británicos a mano sobre los que descargar sus ansias disciplinarias, pero no lo hizo, y puso fin a un caso en el que parece haberse violado el párrafo b) del 2º apartado del artículo VI del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos, donde se especifica que todo acusado tiene derecho "a disponer del tiempo y de las facilidades necesarias para la preparación de su defensa". El acusado también tiene derecho a ser asistido de un intérprete que, se supone, traduce lo que se le dice.

Mario, que después de todo se había apropiado de un frasco con colonia y de otro con agua, permanecía ayer en la cárcel londinense de Wormwood Scrubs, de donde es probable que salga el próximo jueves. Por habérsele impuesto una condena inferior a dos años, sólo ha de cumplir la mitad de la sanción que cumpliría el domingo 15, pero que las autoridades británicas han recortado en tres días. Cristina dice estar triste y piensa que esta condena "le afectará bastante, porque Mario es una persona muy tranquila y nunca se mete en jaleos ni en nada".

"Verdaderamente ha sido una justicia de la Gran Bretaña", declaró a este diario Alfonso Turégano, padre del encarcelado.

Señala que está en contacto permanente con el consulado español y que en la actualidad tratan de conseguir una ayuda legal para hacer un recurso libre de cargos: "Mario se niega a que demos ni una sola peseta a esa gente. Le parece indigno entregarles dinero después de todo esto y de los días que ya lleva en la cárcel". "Ni tan siquiera le dieron la oportunidad de nombrar un defensor, sino que despacharon el proceso con una abogada de oficio que apenas abrió los labios, y una intérprete que en lugar de traducir le discutía a Mario sus respuestas y le mandaba callar en cuanto hablaba".

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