UNA NUEVA EUROPA

Baja la afluencia a las manifestaciones de los lunes en Leipzig, en la RDA

Las manifestaciones de los lunes en Leipzig, donde empezó y se gestó la revolución pacífica que acabó con el viejo régimen neoestalinista de Erich Honecker, han sido el barómetro por el que se medía la situación política en la República Democrática Alemana.Desde que comenzó el año, la asistencia, que en otoño pasado llegó a superar el medio millón de personas, ha bajado considerablemente, y la campaña electoral parece haberlas convertido en un foro de pacífico debate. Pacífico hasta ahora, porque el pasado lunes empezaron a notarse ya los primeros signos de violencia que la dura campaña entre ...

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Las manifestaciones de los lunes en Leipzig, donde empezó y se gestó la revolución pacífica que acabó con el viejo régimen neoestalinista de Erich Honecker, han sido el barómetro por el que se medía la situación política en la República Democrática Alemana.Desde que comenzó el año, la asistencia, que en otoño pasado llegó a superar el medio millón de personas, ha bajado considerablemente, y la campaña electoral parece haberlas convertido en un foro de pacífico debate. Pacífico hasta ahora, porque el pasado lunes empezaron a notarse ya los primeros signos de violencia que la dura campaña entre conservadores y socialdemócratas está generando.

Las roturas de carteles electorales empiezan ya a ser algo común, y los ataques -hasta ahora sin víctimas- a las sedes de los partidos están ya proliferando. El pasado fin de semana, unos desconocidos rompieron los cristales de la sede del conservador partido Despertar Democrático (DA), para finalmente lanzar bombas fétidas contra su interior.

En Leipzig, el lunes, a los oradores socialdemócratas les fue imposible dirigirse a los allí congregados. Miles de jóvenes de las juventudes democristianas prorrumpían en gritos cada vez que uno de ellos intentaba hablar.

La consigna entre los conservadores, con la que han empezado a recortar la ventaja que les llevaba inicialmente el SPD, ha sido la de identificar a los socialdemócratas con el desprestigiado partido: comunista, dando a entender que las filas del SPD se alimentan de comunistas reciclados.

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